25 septiembre 2012

Soñando Sueños de a Dos

Cuando entré a ingeniería comercial descubrí que siempre he sido una estratega. Y lo digo en el sentido de cómo administro mi vida. Soy muy enfocada al logro. Eso implica que me planifico mucho con el fin de alcanzar un gran e importante objetivo final. Me gustan las cosas así: apuntar a una gran meta y planear a largo plazo mi estrategia de conquista. Ella incluirá una serie de objetivos operativos y de corto plazo que no me hagan perder el horizonte.
 
Así que si quiero lograr algo, divido el trabajo, planifico, organizo... Así logré notas sobresalientes en mi carrera, en que mi objetivo era obtener un promedio 6,5 final. Y lo logré. Así logré rellenar mis vacíos académicos en física cuando estaba en el colegio, así organizo mi trabajo. Si no tengo una meta clara y definida, tiendo a divagar y procastinar. Quizás es por eso que tardé tanto en encontrar la felicidad en el amor, pues la meta era difusa. Ahora, enamorada como estoy, me resulta inevitable planear. Y planear, y planear. Me alegro que a mi Cucho eso no lo asuste, porque objetivamente, podría ser como para salir arrancando a perderse... Sin embargo, no sólo no se asusta, sino que alienta y da alas a mis planes.
 
Y a lo mejor estamos como candidatos para el manicomio, porque casi desde que empezamos que decidimos cómo se llamarían nuestros hijos. Y a la fecha, cuando faltan menos de dos días para cumplir "apenas" 7 meses juntos, ya tenemos practicamente decididos los próximos 8 años de nuestras vidas. La cosa va más o menos así: hay algunos proyectos académicos personales que queremos y tenemos que cumplir y deberían estar culminados a más tardar a finales del 2015 en mi caso, y para finales del 2014 en su caso, aunque en realidad, con especialidad incluida eso podría ser a finales del 2020. Esos proyectos vienen a determinar mucho de dónde viviríamos, porque de acuerdo al plan, nos casaríamos el día 10 de septiembre del 2016 (fecha muy, muy preliminar... no estamos tan locos como para ir a reservar iglesia ahora... nos tienen que dar un par de meses más para eso... XD ). El otro día miramos anillos de compromiso y decidí que me gustan los de estilo antiguo-vintage. Después de pedirme que le mostrara qué me gustaba, su pregunta fue cuál era mi talla de dedo... nada más... Pero si esto los tranquiliza - no lo creo - aun no hemos mirado argollas de matrimonio. Tampoco hemos organizado el matrimonio, aunque yo ya tengo más o menos claro cómo me gustaría que fuera mi vestido (y no, nunca fui de las que los lleva en la cartera). Sí tengo un poco pensado qué tipo de flores me gustarían para la recepción, y las vimos el otro día, pero la elección final va a depender de los presupuestos, porque no tengo ninguna intención de ponerme extravagante, y menos con las flores... No hemos definido tampoco la luna de miel, aunque un crucero es una opción que suena.
 
Luego de casados pensamos tener hijos pronto. Por mi edad los riesgos aumentan si esperamos mucho, así que ante eso no tenemos mucha opción. Así que supongo que esperamos a un Gabriel o una Trini que sea de signo cáncer, leo o quizás virgo... Voto por cáncer, sólo para que seamos una familia de "cánceres"... dos a tres años más tarde vendría el segundo. Esperamos la parejita, pero si creemos a la quiromancia, de mi segundo embarazo nos convertiremos en padres de trillizos, así que nos faltan como mínimo dos nombres.
 
En cuanto a dónde vamos a vivir, ahora parece posible que terminemos viviendo un tiempo en Tiltil o San Felipe, aunque después volveríamos a Santiago. Los niños tienen que ir a un buen colegio después de todo, y en la zona no estamos seguros de encontrar algo que cumpla con todos nuestros estándares. Hemos pensado en la Scuola Italiana, mi colegio de egreso, que además actualmente tiene una propuesta educacional bastante interesante. En Santiago nos gustaría vivir en Providencia, quizás cerca del lugar donde comenzamos a pololear... Pero idealmente sería bueno conservar un lugar en Tiltil o San Felipe para arrancarse los fines de semana a un lugar más rural y tranquilo. Hemos hablado también de un lugar en la playa, pero eso se verá de acuerdo a las oportunidades económicas que surjan.
 
Y sí. Es todo una locura, lo sé. Me lo hubieran dicho 8 meses atrás y habría pensado que era imposible. Pero acá estoy. Enamorada. Planeando un futuro de a dos. Un futuro donde todo calza, un futuro que ya no puedo imaginar sin tenerlo a mi lado. Una locura, sí. Pero una locura linda. Una locura que me hace feliz... Así que déjenme soñar...

06 agosto 2012

Locura "Temporal"

Nunca sospeché que esto podría pasarme a mí. O quizás en lo más profundo de mi alma lo sabía pero no quería reconocerlo ni asumirlo, así que me protegía de ello con dientes y uñas. Sí, porque siempre he sabido que en el fondo, pero bieeen en el fooondooo, soy una persona sensible. Detrás de esta máscara de indiferencia absoluta, se esconde un ser humano. Lo confieso...
 
Mi cita favorita, parte de la cual tengo en este mismo blog, es la de Ortega y Gasset "yo soy yo y mis circunstancias. Y si no las salvo a ellas, no me salvo yo". Y me gusta porque me identifica. Mis circunstancias me han hecho ser quien soy. Todos esos años de infancia temprana en que soporté ataques gratuitos de mis compañeros, y en particular de mis compañeras, ataques a los que nunca encontré sentido, porque yo nunca les había hecho nada, me hicieron ser quien soy. Me hicieron una persona que no se involucra más de lo necesario. Que se esfuerza por mantener relaciones cordiales, pero generalmente superficiales. Porque tempranamente aprendí que conocimiento es poder. Y el más poderoso conocimiento es aquel que tenemos sobre otras personas. Aquel que te conoce es el que más daño puede hacerte. Ergo, es de quien más debes protegerte. Es de quien más debes desconfiar. Aléjalo - o aléjate - y no te hará daño. O nunca te acerques - ni permitas que se acerque - y así nunca le darás esa oportunidad.
 
Lamentablemente - o afortunadamente - no es una empresa que puedes llevar con éxito siempre. Inevitablemente hay gente que se gana tu corazón. Inevitablemente hay gente que llega a conocer tu lado vulnerable. En mi caso, no es mucha. Mi amiga Lola, es una de ellas. Quizás es porque nos parecemos en eso, aunque lo enfrentamos de forma diferente. En mi opinión, mi amiga es la persona más vulnerable que conozco. La más sensible. Y se esconde tras una fachada dura como una roca, maternal a más no poder, protegiendo a todo - y a todos - los que la rodean. Y al contrario de lo que yo hago, ella se acerca, y se acerca tanto que de alguna manera logra que las personas pierdan la perspectiva de lo vulnerable que es. Abraza, para que nadie se dé cuenta de lo mucho que necesita un abrazo. Besa, para que nadie se de cuenta lo mucho que necesita que la besen. Logra que los demás piensen que son ellos lo que la necesitan, sin que se den cuenta que es ella la que nos necesita en primer lugar. Lo siento amiga... espero que no te moleste mi análisis. Si es así, me avisas y lo edito...
 
Anyway, mi método, como dije es alejarme. Utilizo mi poder de convencimiento sobre mí misma, para sentir que no necesito a nadie. Pero necesito a mi amiga. Y necesito a mi amigo Cucho, que ahora también es mi pololo, mi amor, mi vida, mi cielo... Hasta ahora, de mis relaciones había entrado y salido prácticamente ilesa. La idea de un compromiso me provocaba una urticaria subcutánea. Y ahora cuento los meses, los días, las horas... Antiguamente podía pasar semanas - meses incluso - sin verme con mi pololo de turno. Y ni me arrugaba. Jugar computador o ver una película sola en mi casa muchas veces me parecía una actividad mucho más interesante. Ahora, la distancia se me hace insoportable por momentos. Pensar que no lo voy a ver por una semana o dos, o sin ir más lejos, que no hablaré con él hoy porque está de turno, me genera un mar de emociones matizadas por la ansiedad de no verlo ni saber de él. Y no me malentiendan. No me voy a convertir en una de esas personas que llaman cada 5 minutos a sus parejas para saber dónde están y con quién. No son los celos los que me motivan. Confío ciegamente en él, sé que me ama, tanto como lo amo yo. Sé que no anda en malos pasos y no tengo nada que temer por su lado. Es simplemente una necesidad desbordante de compartir mi vida con él. Pero por supuesto, a pesar de eso, sigo siendo una persona racional con aspiraciones de ser además un individuo funcional en esta sociedad - al menos hasta cierto punto. Así que no lo llamo, ni le mando los diez mil mensajes que podría mandarle, sino que respiro profundo y sólo lo hago de vez en cuando. Lo suficiente para liberar mi deseo de transmitirle lo que siento sin ser insoportable.
 
Por primera vez, no tengo miedo. No tengo miedo de él, ni de nosotros. No tengo miedo del futuro ni del presente. Y sí, sé que todo esto me hace parecer una loca de remate. Y puede que esté loca. No lo voy a discutir. Pero al menos es una locura canalizada a través de la escritura hasta volverla por completo  inofensiva. Así puedo guardar la compostura el resto del día, por lo menos hasta mañana cuando ya no tenga turno y lo pille despierto y pueda decirle todo lo que lo amo y lo extraño... y hasta el fin de semana donde podré verlo y besarlo como si no hubiera un mañana...

19 julio 2012

Reflexiones y hechos de una mañana somnolienta

1. Tengo sueño. Mucho sueño... pero de todas maneras no tengo posibilidades de dormirme temprano en los próximos dos días.
 
2. Algo pasó en la esquina de Morandé con la Alameda. Venía en estado de zombie mode on cuando pasó una pareja de carabineros corriendo al lado mío, un par de caballos galopando, una patrulla y dos motocicletas precipitándose a esa esquina (con las obvias consecuencias sobre el tráfico y bocinazos de rigor) y luego otro par de carabineros corriendo desde otra ubicación. Los sapos de siempre parados en la esquina, y un tipo - o quizás dos - siendo retenido contra el kiosko que está ahí. No supe qué pasó ni por qué. Tenía que llegar a trabajar, y no tenía tiempo que perder copuchenteando. Sin embargo si alguien sabe qué pasó, agradecería que me contara, porque igual me quedé con la copucha...
 
3. Una mujer pasó caminando a mi lado, hablando por celular con el manos libres. Sujetaba con una mano el micrófono para que la oyeran mejor. Y no pude dejar de reflexionar acerca del despropósito de ello. Se supone que es un manos libres. Si tienes que utilizar una mano para sujetar el micrófono, ya no tienes las manos libres. Y de todas maneras va caminando. ¿Para qué quiere las manos libres? ¿Para utilizar el volante imaginario que utiliza para avanzar como peatona? OK, pueden haber algunas preocupaciones acerca de la seguridad. De no andar mostrando el celular por la calle... Pero tanto esconderlo, lo hace parecer más valioso... Al final llamas más la atención. Un despropósito por donde lo mires...
 
4. Ayer iba en el colectivo y un tipo se puso a hablar de "actualidad" con otra señora. Dada la sarta de estupideces que dijo por minuto no pude dejar de pensar que me carga y me sorprende la capacidad de la gente de opinar y asumir verdades absolutas basadas en un conocimiento parcial y subjetivo de los hechos. Siempre es bien fácil criticar y otra cosa es con guitarra. O como se dice en equitación, desde abajo del caballo todos somos expertos. Al chileno le gusta creer que hay ciertas cosas que sólo pasan acá. Y con eso, la mayoría de las veces sólo demuestran su falta de mundo y estrechez de miras. Cosas malas, errores, descoordinaciones, con buenas y malas intenciones... no creo que haya ningún país que se salve de ello. Es parte de la naturaleza humana, eternamente perfectible. Y si bien Chile tiene muchas áreas de mejora, también es cierto que tiene bastantes aspectos muy positivos.
 
5. ¿23-24° en julio? Y U NO COLD?

11 junio 2012

Filtros Publicitarios

Es que debo decirlo: la publicidad de Facebook anda cada día más mal enfocada. Y no es culpa de Facebook. Es culpa de esos encargados de marketing que no saben hacer bien los filtros. Y no pasa sólo en Facebook. Quizás soy yo que represento un outlier para los estudios de mercado...

Here is how it works: cuando tienes un aviso, ya sea uno para insertar en Facebook o un mail masivo, se supone que debes determinar quiénes lo ven, a quienes se lo mandas, y en fin, para quién va dirigido ese aviso en particular, y la campaña publicitaria en general. I mean... come on, guys... Administración I... conoce a tus clientes. Entérate de a quién diablos estás tratando de venderle lo que sea que vendes. Define tu mercado objetivo. Conócelo. Averigua qué necesitan. Por qué lo necesitan. Y si no lo necesitan, averigua cómo hacer para que lo necesiten... Después el resto es más fácil. O más difícil dependiendo de cómo lo veas. Sé consecuente con lo que averiguaste. ¿Tu mercado objetivo son mujeres aspiracionales, dueñas de casa, que ven teleseries a la hora de almuerzo? Pues no hagas una campaña para tu producto con el perrito de Lipigas a la hora de las noticias... Isn't that obvious? No sé, pero a mí me pasaba con el marketing que si bien tiene algunos insights interesantes, me aburría porque me parece tan insípidamente evidente... Una vez que ya tienes una idea de dónde estás y a dónde quieres llegar, todo se reduce a cómo endulzar la píldora para que se la traguen aquellos que tú definiste que querías que la tragaran. Pero me aparto de la idea, para variar.

Asumamos que las empresas ya definieron su mercado objetivo. Hicieron su estudio de mercado, focus groups, lo que sea. Y en el caso de mails masivos tienen sus bases de datos listas. A partir de ahí lo que se hace es definir parámetros. Cuando la base es propia, se define si se manda a toda la base o se manda, por ejemplo, sólo a las mujeres. O sólo a las personas mayores de 30. O a las mujeres mayores de 30. Qué sé yo... Creo que el mayor problema al que se enfrentan las empresas en este punto (aparte de su propia aparente obtusividad) es cómo definieron el modelo de datos en un inicio. Para poder hacer ciertos filtros, necesitas información. Información es poder. Por dar un ejemplo, en el día de la madre varias empresas consideraron aparentemente divertido el enviarme una serie de mails masivos deseándome un feliz día... Y puede que yo esté cerca de los 30, but I'm pretty sure I don't have any kids... El problema es que ellos no saben de eso. PORQUE NUNCA LO HAN PREGUNTADO. Pero vamos. Al menos si fueran un poco más vivos podrían rastrear mi historial de compras y darse cuenta de que, oh, sorpresa... no compro ropa de guagua, ni juguetes de guagua, ni comida de guaguas, ni nada semejante. Así que, o soy una muy mala madre, que no merece ninguna felicitación, o simplemente... no soy madre... Go figure... Y la verdad no es que me importe, aparte de la molestia de recibir mails innecesarios, que ya de por sí es una mala política de marketing (cuando uno envía demasiados mails masivos termina saturando a las personas, y eventualmente pasa a formar parte de la lista de direcciones que el cliente envía directamente al tacho de la basura sin siquiera leer lo que sucede... y tu campaña de marketing se va al cuerno), pero, sobretodo en este caso, es un tema sensible. Imagínense que hay una mujer que está sometiéndose a tratamientos de fertilidad y torturándose por meses para intentar tener hijos... Imagínense una mujer que acaba de recibir la noticia de que no podrá ser madre... Ese tipo de descuidado comportamiento publicitario puede causar un tremendo impacto negativo para la empresa.

Por otro lado tenemos a Facebook. Si bien los usuarios lo usamos como una fuente de vinculación social, para las empresas tiene un enorme potencial como base de datos. Cierto que no controlan la cantidad de información que ingresa, pero tienen bastante nociones. Tienen la edad, el sexo, la ciudad donde se habita, el origen, una serie de gustos y preferencias, su estado sentimental, si tiene familia, hijos, hermanos, etc. Y nos ponen una serie de avisos a un costado en que pueden medir las veces que alguien hace click. Y es cierto que no pueden acceder directamente a nuestra información (a menos que por alguna razón nos engatucen a usar ese manoseado botón de "me gusta" y les demos permiso para vernos, analizarnos, diseccionarnos... aunque dados sus comportamientos, tengo la impresión de que no lo hacen tanto como deberían), pero de todas maneras pueden filtrarnos. Cuando suben su campaña pueden decidir quiénes ven el anuncio. ¿Todo el mundo? ¿Algunos países? Quizás sólo un par de ciudades... ¿Lo ven mujeres, hombres? ¿De qué edades? ¿Solteros, casados? "Quiero una campaña de publicidad para hombres de entre 40 y 45 años que vivan en Manokotak, Alaska y le gusten los ponies..." (aunque algo me dice que esa campaña no tendría mucho éxito...)

Como sea, puedes generalizar, pero el truco está en generalizar lo suficiente como para abarcar un amplio espectro de gente y especificar lo suficiente como para que tu campaña tenga algo de sentido. Al fin y al cabo, el advertisement cuesta plata. Sin embargo, ahí me encuentro con que apenas cambié de estado sentimental a estar una relación, me empezaron a inundar con propagandas de vestidos de novias y centros de eventos para matrimonios, donde antes sólo me ofrecían ropa, zapatos y estudios post-universitarios (curiosamente la ropa sigue apareciendo, pero la publicidad sobre universidades desapareció... acabo de notarlo). Después se extrañan que haya tanta psicópata circulando... Como al mes después, si nos guiamos por la publicidad, Facebook extrañado con la falta de cambio de estatus a "comprometida" a pesar de todos sus esfuerzos por alentarnos a endeudarnos en el largo plazo, decidió que algo debe de estar mal en mi relación y empezó a sugerir con insistencia que existía la opción de terapia de pareja. Eso junto con las propagandas donde me ofrece ropa de niñita para las hijas que "evidentemente" deberíamos haber tenido en tiempo récord. Hoy Facebook decidió que ya no daba para más. Hoy me informó que los divorcios cuestan apenas $99.000.

Así que todas estas líneas sólo son para informar a todos aquellos colegas, medios publicitarios, empresas, y demás interesados, que mi relación está muy bien, muy estable, y que no tenemos planes de matrimonio en el corto plazo, mucho menos de tener hijos, y por último, con respecto al divorcio... are you f** kidding me??

06 mayo 2012

Historias

Había una vez... así suelen comenzar muchas historias. Sin embargo otras, las más importantes, comienzan sin frases en particular, sin bombos ni platillos, sin flores, sin violines. Comienzan un día cualquiera, quizás en la biblioteca, o en la calle o en una sala de clases. Comienzan con algunas risas, con conversaciones de esas que no quieres que acaben, pero que años después ni siquiera recuerdas de qué se trataron. Hay historias que tienen introducciones tan largas, que a veces te olvidas de cuál era el punto. Vean How I met your mother y comprenderán lo que digo. Hay historias que están llenas de momentos mínimos, cotidianos, simples... y eso mismo las hace fabulosas y reales, y mucho mejores que cualquier otra historia que pudiera escribir el mejor escritor de la historia. Siempre he sido una cuentista. Me refiero a que siempre he contado cuentos, he inventado cuentos, he escrito cuentos. Desde que era una pequeña niña con problemas de lenguaje repetía esas historias que me leía mi madre. Un tío me bautizó como "la entonche" por mi incapacidad de pronunciar correctamente la letra "s" y la frecuencia con utilizaba esa palabra al contar cuentos. Apenas empecé a leer me transformé en una lectora ávida de cuentos e historias ajenas, y con la escritura comenzó una serie de cuentos, fábulas, poemas e historias propias. Me refiero también a todas esas historias que he creado en mi cabeza y que nunca plasmaría en papel. Esas en que escribo y reescribo mi historia. Que narran mi pasado, mi presente y mi futuro. Esas que ahora pueblan mi cabeza con historias de a dos. Y hoy vivo una historia que nunca imaginé. Hoy vivo una historia que no reescribiría. Excepto quizás por un detalle. Siempre bromeé acerca de que las relaciones a distancia serían lo mejor para mí. Y en cambio ahora siento esta necesidad de tenerlo al lado a cada instante, de que lo extraño con cada poro de mi cuerpo. Y no me malentiendan. Aguantaré estoica. Todos y cada uno de los al menos 32 meses que me quedan por aguantar. Porque sé que lo que no te mata, te hace más fuerte. Y la distancia, por dura que sea, no nos matará...

25 abril 2012

Omnívora

Mi mejor amiga ahora es vegana. Partió como vegetariana hace algunos meses y ahora es vegana. Para los que no saben, el veganismo se define como "[...] una filosofía de vida que excluye todas las formas de explotación y crueldad hacia el reino animal e incluye una reverencia a la vida. En la práctica se aplica siguiendo una dieta vegetariana pura y anima el uso de alternativas para todas las materias derivadas parcial o totalmente de animales" (definición de Donald Watson, que es aparentemente uno de los sumos pontífices del veganismo). O sea, adiós carne, adiós lácteos, adiós huevos, adiós aceites animales, adiós zapatos de cuero, chaquetas de cuero y todos sus derivados, y por supuesto adiós a los abrigos de pieles.
 
A raíz de esto me he encontrado con una serie interminable de propaganda pro-veganismo en mi muro de Facebook. Y me ha dejado pensando. Y sé que me odiarán por hacerlo.
 
Lo cierto es que entiendo su punto. No me parece bien el maltrato animal. No creo que sea correcto, ni creo que nunca vaya a serlo. Creo que en el ámbito empresarial muchas veces se sacrifican la ética y la humanidad en haras del dios de la rentabilidad. Pero hasta ahí llega nuestro acuerdo.
 
El ser humano, como especie, ha desarrollado la capacidad única de domesticar animales. Desde los animales de compañía, que nos proveen un servicio de protección y suplencia de carencias emocionales, hasta los grandes animales que nos proveen de alimentos y vestidos. Si lo vemos desde el punto evolutivo, cada animal recibió características que lo ayudan en su supervivencia. Considerándolo, podríamos decir que el ser humano es un animal bastante indefenso en términos físicos: no tenemos una piel gruesa que nos proteja de las inclemencias del invierno, no somos ni más rápidos, ni más ágiles, ni más fuertes, ni tenemos las garras o las mandíbulas más feroces. Seríamos la presa favorita de los depredadores y probablemente ya nos habríamos extinguido hace tiempo sino fuera porque tenemos pulgares oponibles, que nos permiten manejar herramientas, y una inteligencia que nos permite modificar nuestro entorno. Qué tan inteligentemente usamos nuestra inteligencia y habilidades, valga la redundancia, es harina de otro costal. 
 
Dado esto, creo que se trata de una materia de supervivencia. Si podemos obtener lana de una oveja, o piel de un animal para abrigarnos, si logramos tener huevos, carne y leche, no veo dónde está el mal. Sería como catalogar de inmoral al león por comerse a una gacela. Es cosa de supervivencia. Sobrevivimos en forma distinta, pero la meta es la misma. Cierto que hay alternativas. Nuestra misma inteligencia nos da el libre albedrío para tomar decisiones. Si alguien decide no utilizar estos regalos de la naturaleza, y prefiere otras cosas, pues está en su derecho. Lo molesto es la demonización de las otras opciones.
 
Además, hablan tanto del respeto a la vida, pero al comer una semilla es lo mismo que comer un huevo y quizás peor. Los huevos que comemos no están fecundados, pero esas semillas podrían dar por sí mismas fruto a un nuevo árbol. Eso también es vida. Sacar una albahaca o una lechuga implica matarla para alimentarse de ella. Siguiendo la lógica de los veganos en cuanto a su respeto a la vida, deberían alimentarse de dióxido de carbono o algo así. Y ya quiero verlos intentarlo...
 
Luego está todo ese argumento pseudo-científico acerca de que nuestro intestino es demasiado largo para comer carne. El problema está en que nosotros no somos carnívoros, sino omnívoros. Es decir, comemos las dos cosas. De hecho, como leí por ahí, somos consumidores oportunistas. Es decir comemos lo que tengamos disponible. Y nuestra anatomía y fisiología lo permiten. Nuestra historia lo avala. Desde el hombre prehistórico se sabe que habían cazadores, pescadores y recolectores. ¿Acaso al ser humano prehistórico, con más cuota de instinto que de inteligencia como la conocemos hoy, se le habría ocurrido comer carne si estuvieramos destinados al vegetarianismo o al veguismo? No lo creo. Por otro lado, está el dichoso tema del intestino. Cierto que los carnívoros puros tienen un intestino más corto. Pero también es cierto que los hervíboros puros tienen estaciones de fermentación. Nosotros no tenemos ni lo uno ni lo otro, por lo tanto, es lógico deducir que somos algo entre medio. Además nuestra mandíbula tiene la conformación clásica de los omnívoros.
 
Sí, puede que mi amiga se enoje y discuta. Yo no quiero discutir. Sólo digo que ni los veganos son santos, ni el resto somos demonios. Son opciones. Dado nuestro oportunismo alimentario, ahora que la modernidad nos da la oportunidad de elegir entre múltiples opciones, podemos elegir. No hay gente que está en lo correcto. No hay gente que esté equivocada. Por mucho marketing que se haga, lo cierto es que vivimos en un mundo de grises. Y no necesito más "evangelización al veganismo".
 
Por lo demás soy demasiado mañosa. Mis opciones se inclinan mucho por el lado de los lácteos y los huevos. Ni siquiera me gusta tanto la carne roja. Sí el pescado, los mariscos y las aves. Los "pastitos" no me llaman mucho la atención, y hay varios que de frentón no me gustan. Me gustan las nueces y cereales. Me gustan las legumbres. Excepto por las arvejas. Me enveneno con las arvejas...

11 abril 2012

Contrastes

Cuando uno sale en la mañana, la congestión vehícular te da tiempo -quiéraslo o no- de observar a tu alrededor. En general, si uno no va en estado de semi-vigilia, se encuentra con muchas situaciones, cotidianas y no tanto... La madre o padre que va a dejar los hijos al colegio. El universitario urgido por llegar a clases. El trabajador que parte somnoliento a enfrentar otra jornada laboral. Parejas, personas solas, familias, amigos compartiendo autos... Jóvenes, viejos, niños... Gente feliz, gente enojada, y mucha gente con sueño.
 
Hoy en particular, cuando iba camino a la universidad, en el auto de al lado iba una pareja discutiendo. Y de repente el tipo le pegó un manotazo a su mujer. Yo no lo estaba mirando en ese momento, pero sí mi madre. Después la mujer sollozaba y gesticulaba como dando explicaciones. El tipo luego de golpearla miró para todos lados a ver si alguien lo había visto. Como efectivamente mi madre lo estaba mirando, se hizo el loco, empezó a manejar más lento, y se quedó rezagado. Al menos es capaz de comprender que hay vergüenza en sus actos, aunque eso no compensa su canallada ni por si acaso.
 
Por otro lado, también nos tocaron de "vecinos de taco" una pareja joven. En los semáforos y en las detenciones se daban pequeños besos llenos de ternura, y el resto del tiempo conversaban animadamente. So sweet. Y qué realidades tan opuestas (por no decir "mundos opuestos"; no quiero hacer aluciones a ese reality que todos parecen estar viendo menos yo).
 
¿Cómo se tuercen las cosas de esa manera? ¿Cómo se llega a estar en un auto, a que tu pareja ya te golpee casi por reflejo y tu reacción sea lamentarte y dar explicaciones, en vez de agarrar tus cosas y pegarle un portazo que le desarme el auto? Yo sé que el carácter de los abusadores hace un trabajo de joyería con la auto-estima de esas pobres mujeres. Que las manejan con su propio sentido de culpa, logrando que ellas hasta lleguen a considerar que lo merecen. Que los justifican y los perdonan una y otra vez.
 
Me recuerda una pareja que conocí una vez, hace muchos años atrás. Eran prácticamente unos niños. Y como niños jugaban: jugaban a pegarse cachetadas. Algo así como "¡tonto! ¡paf!", "¡oooyeee! ¡paf!", "¡no me pegues! ¡paf!", "¿y cómo tú? ¡paf!". Recuerdo que mi pensamiento irónico fue del tipo de que iban súper bien encaminados... eventualmente esos "paf" dejan de ser un juego, y se devuelven con pica y rabia, y entonces se transforman en un "PAF" y en un "PUNCH" y a veces hasta en "BANG".
 
Y me pregunto porqué esas mujeres no se dan cuenta que podrían tener lo del segundo auto en vez de lo del primero. Cierto que no es fácil de encontrar. Pero prefiero ir sola que con el primer tipo. Claro que soy de las afortunadas que tienen un hombre maravilloso al lado. Uno de esos que tengo la certeza que no sería capaz de levantarme la mano y al que pretendo poder besar y amar en cada taco, semáforo, carretera y camino de tierra por el que nos toque transitar.

19 marzo 2012

Lucky I'm in love with my best friend

El corazón es bien extraño y voluntarioso. Uno puede tener todas las razones del mundo para enamorarse de alguien, y sin embargo, el corazón se empecina en rehusarse a "querer". Por otro lado, uno puede tener todas las razones del mundo para requerir arrancar de alguien, y el corazón se aferra a sus sentimientos como si fueran un salvavidas. A mí en general me pasa más lo primero que lo segundo. La verdad tengo un corazón bastante desapegado, lo que hace que mi razón domine en el 90% de las ocasiones. Para el otro 10%, sucede que por mucho que trate de negociar conmigo misma simplemente no se llega a acuerdo.
Hace casi 7 años conocí a un hombre maravilloso. Inteligente, guapo, dulce, que me hace reír y me conoce como nadie. Un hombre con quien puedo ser yo misma a pesar de todas mis rarezas, mis mañas, mis incongruencias y mis absurdos. Un hombre que me quiso y que me ama. Un hombre que me hace feliz. Un hombre que es mi mejor amigo. Y un hombre al que por años "friendzoneé" a pesar de saber - en términos intelectuales - que estar juntos sería simplemente perfecto. Y por alguna razón mi corazón se negaba a aceptar las evidencias. Y lo hice sufrir, y me hice sufrir por saber que lo dañaba, y aun así, no lograba convencer a este corazón testarudo...
Mi querida amiga Lola opina que nos faltaba pasar más tiempo juntos. Es cierto que nos veíamos poco. Pero a pesar de eso hemos mantenido una amistad tan cercana que practicamente no se nota que a veces nos veíamos tan sólo un par de veces al año. Agradezco a las maravillas de la modernidad que permitían que por temporadas habláramos prácticamente todos los días. Recuerdo una época en que mi día no estaba completo si no lograba conversar con él aunque fuera un momento. Pero entonces mi corazón me forzó a hacerle daño y eso inevitablemente nos apartó un poco, y esas conversaciones que eran una parte fundamental de mi día se transformaron en un evento un tanto más esporádico, aunque no por ello menos necesario. Pero yo sabía que era necesario: darle su espacio, que se curaran sus heridas, y también para evitar mi nudo en la garganta... ese que se producía por mi imposibilidad de decir que sí...
Evidentemente el tiempo no se detuvo. Él conoció a alguien más, se olvidó de mí, y logramos mantener la amistad. Yo también tuve otras relaciones. Pero él permaneció siempre como una constante en mi vida. Mi mejor amigo... Y entonces hace algunos meses su relación se acabó, yo también estaba soltera, y por alguna conjunción de astros se me ocurrió invitarlo a la playa con un grupo de amigos por el fin de semana. Juro que no había doble intención. Sólo pasar un poco de tiempo, compartir, y reírnos, que es algo que hacemos con frecuencia... Pero ahí fue cuando todo cambió: algo hizo click y de repente el corazón decidió entrar en razón sin ninguna razón en particular y por todas las razones... De repente las piezas encajaron en su lugar y me encontré con que el hombre que tenía al lado era todo lo que quería... Que hacer nada junto a él era infinitamente mejor que hacer cualquier cosa sola o con alguien más. Que con él "estar" era suficiente. Por un lado me dieron ganas de decirle a mi corazón "you don't say?"...
Empezamos a juntarnos más, empezamos a pasar más tiempo juntos y poco tiempo después, empezamos a pololear. Hay gente que por alguna razón se cree con derecho a opinar, y ha expresado que es "muy pronto". Hay gente que bien podría hacer con sus opiniones alguna cosa obscena también... No entienden que ya se ha perdido demasiado tiempo en que podríamos haber sido felices. Y que yo sepa, no existe ninguna norma que especifique el tiempo de "luto" entre relaciones, sino que cada uno toma decisiones de acuerdo a sus propias circunstancias...
Soy feliz, a pesar de tener que lidiar con una relación a distancia. Soy feliz y me siento afortunada. Soy feliz y sueño despierta con un futuro en que le creo cuando dice que lo mejor está por venir...

16 febrero 2012

Sobre Clases, Universidades, Prestigio y Prejuicios

En mi opinión, en Chile existe un gran mito acerca de las universidades privadas. Y ese mito genera una serie de prejuicios con los que estoy en profundo desacuerdo. Y es cierto que más de alguno podría alegar conflicto de intereses en esa opinión, porque es cierto, me eduqué en una universidad privada. Dos de ellas para ser exactos. Tres, si contamos el diplomado. Y además, hago clases en una de ellas. Y, a pesar de toda esta "mediocre educación", como algunos podrían considerar, soy una profesional muy bien calificada, trabajo en un lugar de prestigio, tengo un curriculum que más de alguno ha calificado de impresionante (sin falsa modestia) y creo que no tengo nada que envidiarle a los hijos de "escuelas tradicionales". Life is good.
No desconozco que la tradición tiene cierto peso. Se supone que llevan más tiempo haciendo las cosas, y que saben hacerlas medianamente bien. Pero a estas alturas, donde ya hay universidades privadas con más de 30 años de experiencia en el rubro, creo que no es presuntuoso asumir que alguna cosa bien saben hacer también... No me voy a meter a hablar del lucro o no lucro porque ese es un tema que es tangencial a esta conversación.
Asumo que el talón de aquiles de las universidades privadas, o al menos de varias de ellas, es la diferencia que radica en un proceso de admisión versus un proceso de selección. Las universidades tradicionales, y algunas de las universidades privadas más prestigiosas, o en específico ciertas carreras consideradas de elite, cuentan con una demanda que excede a la oferta (por la razón que sea... ya vamos a eso...) y por lo tanto pueden darse el lujo de rechazar alumnos y seleccionar a aquellos que consideren mejores, por muy discutibles que sean las herramientas para determinar esto. Pero siendo generosos y concediendo que el instrumento de medición, llámese PSU o PAA, como era en mis tiempos, y/o entrevista personal, funciona, entonces es justo asumir que estas universidades o carreras cuentan con mejor "materia prima" y por lo tanto pueden obtener un "mejor producto" al cabo de ciertos años de transformaciones y moldeamientos intelectuales y académicos.
Pero esto es relativamente fácil de lograr. Sin desmerecer a nadie. Si tienes los mejores ingredientes, y una receta standard decente que sigues fielmente, es difícil que eches a perder una comida. El arte está en transformar elementos comunes y corrientes en una obra maestra culinaria, agregándole de paso tu sello personal. Esa es un poco la misión del resto de universidades privadas. Ya que no cuentan con esa demanda cautiva, que les otorga un alto valor y utilidad, muchas veces aceptan nuevos alumnos en forma casi indiscriminada (hasta el más pobre de los chefs debe rechazar la comida descompuesta... aunque soy consciente que no debe faltar el que insiste en preparar el pescado podrido...). Es a estos alumnos, que están lejos de ser considerados (muchas veces injustamente) la crème de la crème, que las universidades privadas deben formar y convertir, con un poco de suerte y mucha dedicación, en obras maestras profesionales.
El punto es el cómo. Como ya mencioné, he pasado por tres universidades privadas. Todas tienen su sello. Tomemos, por ejemplo, la universidad donde pasé 5 años odiando mi vida y estudiando medicina. La llamaremos AB para "proteger su identidad", porque como dicen por ahí, cuando no tienes nada bueno que decir, es mejor callar. Los lectores inteligentes, y aquellos que me conocen, de todas maneras sabrán a cuál me refiero. Por ser esta carrera, se aplica un modelo de selección muy similar al de las universidades tradicionales. Además, sigue un modelo lectivo que usan la mayoría de las universidades tradicionales de nuestro país. Bajo la política del terror, básicamente se dedican a ningunearte, aplastar tu espíritu, tu autoestima y logran que tus únicas alegrías se traduzcan básicamente a sentirte como una cucaracha que sobrevivió Chernobyl.
Después me cambié a ingeniería comercial a la Universidad del Pacífico. Puedo nombrarla con todas sus letras, porque me siento orgullosa de mi universidad y de haber pasado por sus aulas. Además que creo que es el ejemplo más claro que puedo dar para ilustrar mi punto. Mi universidad no es una universidad grande, no tiene un gran prestigio en el mercado (exceptuando carreras como publicidad, y tal vez diseño) y de acuerdo a los rankings, si es que se acuerdan de incluirla, suele estar en el segundo o tercer cuartil. Sin embargo, se merecen toda mi admiración. Sus "debilidades" son en cierta medida también sus fortalezas. Su tamaño hace que no sea conocida, puesto que las generaciones de egresados son minúsculas en comparación a otras grandes entidades académicas del país. Pero también hace que sea mucho más personalizada que cualquiera de las otras "grandes instituciones". Eso sumado a una real preocupación por los alumnos que se traduce en acciones concretas hace que los alumnos realmente evolucionen a través de los años para transformarse en profesionales capaces y preparados.
Los profesores tienen un rol importantísimo en esto. El tamaño de las clases permite contacto directo con el profesor y mejora la relación de aprendizaje. A eso se agrega una administración siempre preocupada, que se refleja en cosas como asignaturas especialmente diseñadas para nivelar a los alumnos en temas que resultan usualmente complejos, en vez de dejar de choquen contra la oscuridad insondable de la ignorancia y los vacíos de conocimiento. Específicamente hablo de Introducción a las Matemáticas, que cubre tópicos de toda la enseñanza media, y evita que las tasas de reprobación en Álgebra se disparen innecesariamente. Se refleja también en programas de apoyo, en horarios adicionales, que refuerzan áreas donde se ve que los alumnos están más débiles, se refleja en la preocupación constante por saber qué está pasando, qué piensan los alumnos, qué necesitan, y ahora que estoy del otro lado, desempeñándome como docente, se refleja también en las directivas que nos dan, y que tienen por objeto apoyar el aprendizaje como objetivo principal por sobre cualquier otra cosa.
Soy una firme convencida que la Universidad del Pacífico podría lograr maravillas con alumnos que pasaran por un proceso de selección más estricto. Así como un chef excelente puede lograr maravillas con carne de Kobe. Pero así como el chef también puede lograr resultados excelentes con cualquier otra carne que no sea de Kobe, mi universidad logra cosas estupendas con los alumnos que tiene, formándolos no sólo como profesionales, sino que más importante aun, como seres humanos. Y que no tienen nada que envidiarle a esos alumnos de base excelente con espíritu de sobrevivientes. Por ahí alguna vez escuché, en relación a un "experimento académico" de Harvard para dilucidar qué método de enseñanza era mejor, que en realidad no era muy válido puesto que sea como sea, estábamos hablando de alumnos de Harvard, y ellos van a lograr buenos resultados con el método que sea. Mi punto es exactamente ese. No podemos desmerecer a esos alumnos de Harvard. No podemos desmerecer a los alumnos de universidades tradicionales, que llegaron ahí por mérito propio. Pero el prejuicio al alumno de la universidad privada debe acabar. La materia prima es sólo una parte a considerar, y en mi opinión, es el proceso lo más importante para determinar el resultado final. El prejuicio puede hacer que te pierdas un plato espectacularmente bueno...

13 febrero 2012

Lancelot y Ginebra - 2 en 1

Soy una persona bastante operada de los nervios. Me angustian y agotan las confrontaciones, aunque disfrute de una buena discusión (ojo que no es lo mismo; discutir puntos de vista, en un plano intelectual, es muy distinto a una confrontación que involucra un distrés emocional). Esto hace que rehuya las peleas y creo que es la clave de mi paciencia. En general, soy muy paciente con muchas cosas (a menos que sea estupidez flagrante, evidente y promocionada). Por ejemplo, cuando me llaman ofreciéndome productos que no quiero ni necesito, soy muy amable hasta que la reiteración se vuelve insostenible. Pero francamente me molesta que uno tenga que enojarse para que te dejen de molestar. ¿Por qué esperar a que una saque a la mujer dragón de adentro para cortar con cosas que evidentemente resultan molestas? Pero hay gente que no entiende a la primera...
Ayer estuve peleando con un amigo por un rato considerable. No voy a entrar en detalles porque no me corresponde andar ventilando problemas ajenos. Voy a decir, sin embargo, que lo que más me agotó no fue la pelea en sí, sino que el hecho de sentir que no me correspondía ser parte de esa pelea, pero aun así no se me daba la opción de escapatoria. Mi amigo me pidió un "consejo", aunque sentí que quería que yo fuera árbitro en su propia discusión interna y finalmente le dijera qué hacer. Es una posición incómoda. Y además me terminó reclamando por retarlo mucho. O sea, me obliga, en contra de mi voluntad, a participar de un tema que no incumbe en lo absoluto, y encima no quiere consecuencias negativas de ningún tipo. Así es muy cómodo para él...
Uno de sus argumentos fue que si yo le pidiera ayuda, él me apoyaría (cosa que dudo... no es precisamente del tipo de persona que apoya... no porque no quiera, sino porque no sabe cómo...). Yo le contesté que si algún día me viera metida en algún tema complejo similar, no lo buscaría. Yo no suelo pedir consejos de cosas importantes. No suelo buscar apoyo. Por complejo que sea el problema, tiendo a mantener mi coflicto interno precisamente de esa manera. Mi poker face es fantástica. Quizás esté mal, o eso he oído, pero a mí me acomoda más así. Siempre he sido de la filosofía de lavar la ropa sucia en casa. Además de que no me gusta hacer preguntas de las cuáles no quiero escuchar la respuesta. Si sé que estoy haciendo algo mal, no necesito que me lo digan porque YA LO SÉ. No hace falta que me lo restrieguen. Y el otro problema es que creo que debo hacerme cargo de mis propias decisiones. No puedo tomar decisiones basada en lo que otros piensan, o creen. Tomo decisiones en base a lo que yo pienso o creo. Si me equivoco, yo me equivoqué. No alguien más. Nadie más que yo puede tener todos los elementos de decisión sobre mi vida. Nadie más puede saber exactamente lo que siento. Pueden tener una idea, más o menos aproximada, pero es sólo eso: una idea. Además, nadie tiene mis vivencias, mis reacciones, mis creencias. Yo soy única (así como todos lo somos) y por lo tanto debo tomar decisiones únicas para mis situaciones únicas. No es una responsabilidad traspasable o delegable.
Sin embargo hay gente que pareciera tener una tremenda necesidad de que le digan qué hacer. Y si no hay nadie que se lo diga, se pierden. Se angustian, se paralizan, no sé. Quizás soy demasiado fuerte (en voluntad y determinación, porque mi fuerza física es bastante desdeñable), pero yo peleo mis propias batallas. Creo que es lo justo. Y de hecho, tengo suficiente fortaleza emocional, como para no pelearlas, sino que "negociarlas". Como dijo Thomas Mann, "la guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz". Pero, no por ello, mi fortaleza implica que voy a ser el paladín de guerras ajenas. No es mi rol. Ahora, es cierto que puedo aconsejar, puedo apoyar y puedo acompañar. Pero no asumiré responsabilidad sobre decisiones ajenas. Yo hago lo que quiero, y mi consejo siempre va en la línea de que los demás también lo hagan. Y mi rol de consejera es tratar de ayudar a que descubran qué cresta quieren si es que no lo tienen claro.

26 enero 2012

Desconocidos



Hoy fui a una sucursal de Claro para ver si podía cambiar de equipo telefónico. Al final nunca me enteré, pero tengo la impresión de que no. Según el recepcionista sólo se pueden cambiar los equipos cada 18 meses, y creo que cumpliré ese tiempo por ahí por abril o mayo... Como mencione en una de las entradas anteriores, no soy realmente muy fanática de los teléfonos, pero el celular lo ocupo para básicamente enviar mensajes de texto, que con mi teclado QWERTY resulta muy expedito y para internet. El tema es que quiero un aparato nuevo con un sistema operativo más amigable con aplicaciones como Whatsapp y los juegos de Facebook en los que participo. Idealmente quiero conservar el teclado, y agregar un sistema operativo Android como upgrade a mi situación telefónica móvil actual.

El caso es que le pregunté al de la puerta, que me dijo 18 meses, pero como igual quería consultar con la persona directamente encargada, subí al segundo piso de la sucursal y me encontré con una fila como de una cuadra de largo. Maldita portabilidad. En consecuencia, me di media vuelta y me fui. Volveré en un par de semanas cuando haya pasado el boom de las promociones y los cambios de compañías.

Pero esta entrada no es para contar la fallida historia de mi cambio de equipo telefónico sino una reflexión acerca de los desconocidos. Sucede que en el camino me saludaron dos desconocidos, recibí un par de "piropos" y unos cuantos viejos verdes me quedaron mirando con fijeza. Y ojo, no me estoy quebrando al respecto. Esa clase de situaciones no me producen ni orgullo ni satisfacción de ningún tipo, sino que un sentimiento más parecido al miedo. Creo que me inculcaron demasiado bien el temor a los hombres desconocidos durante mi infancia.

Durante muchos años viví un poco en la inconsciencia con respecto a todo aquello que me rodeaba. Entre lo piti-ciega y lo inmersa que me encontraba en mis propias reflexiones y extenso mundo interior, caminaba por la calle ajena un poco a todo. Generalmente sólo notaba a los desconocidos en casos de gran escándalo, como cuando mi amiga Lola se daba vuelta a insultarlos por decirme cosas. En cierto sentido era ideal. Vivía en un mundo seguro y semi-desierto, donde los únicos habitantes eran mis personas más allegadas, mientras que el resto sólo existían como obstáculos móviles en el camino. Y tampoco quiero decir que yo sea antisocial. De hecho si me presentan a personas nuevas converso y me integro con rapidez, si me invitan a algún lugar nunca se me ocurre de inmediato preguntar quién va porque sé que encontraré a alguien con quien interactuar y no me genera ningún conflicto. Así que insisto: no es de antisocial, es de distraída. Pero bueno, con los años he notado que camino más alerta, menos ensimismada, quizás porque ando más sola y siento que debo ser más cauta. Igual a veces recaigo en mis viejos hábitos de "no ver" a mi alrededor. Es que ya he convertido a la acción de ignorar a los demás en un arte.

Y el tema es que aunque no sea antisocial, los desconocidos me atemorizan. No sé qué quieren, no sé quiénes son, y no me agrada eso. Y aunque parezca una contradicción con lo anterior, donde afirmo que no tengo problemas con conocer gente nueva, en realidad no lo es. Porque la gente nueva, de acuerdo a mi definición, trae una suerte de referencias. Es gente nueva en mis círculos laborales, o académicos, o de alguna actividad extraprogramática en la que participe. O es amigo de mis amigos. La gente en la calle no cae en esas categorías.

Y yo me pregunto cuál es la idea de saludar o piropear a una desconocida por la calle. ¿Pretenderán que me detenga para conversarles? Mi madre siempre me dijo que no hablara con desconocidos. Y aun no lo hago, ni pretendo comenzar a hacerlo...

19 enero 2012

Caballos



Echo de menos los caballos. Muchísimo.

Hoy ví un cambio de guardia, o algo así, en La Moneda (algo inusual, porque eran las 08:30 y esa clase de ceremonias no se producen hasta más avanzada la mañana... seguramente hay un acto especial del cual no me he enterado aun). Salí del metro, y vi la formación de carabineros marchando por Morandé al ritmo de su tradicional marcha, la cuál no puedo evitar tararear en mi cabeza. Cerrando el desfile iban dos parejas de carabineros montados, esperando que les abrieran otra reja para entrar al patio de ceremonias.

Entre paréntesis, me carga que todas las manifestaciones y animadversión reinante haga que el palacio de gobierno esté tan enrejado. Me carga tener que caminar por la vereda de al frente, cuando la otra es mucho más bonita, menos transitada y no tengo que esquivar mamás con niños pequeños, "tías" con megáfonos que tratan de organizarlos, kioskos y vendedoras de flores. Sobretodo porque cuando tengo un libro nuevo tiendo a caminar leyendo, para aprovechar los últimos minutos antes de entrar a trabajar y todos esos obstáculos distraen mi lectura. Pero, anyway, ese no es el punto ahora.

Para cuando llegué a Morandé, los montados ya estaban por entrar. Noté a uno de los caballos un tanto inquieto, mientras que el otro se quedaba un poco rezagado. Mi pensamiento fue que era mala idea que el carabinero rezagado se pusiera detrás del caballo nervioso, cuando justo en ese momento, en que acababan de entrar, el caballo rezagado se encabritó, botó a su jinete y se largó a correr corcoveando por el pasto en frente del Palacio. Hubo una conmoción general, y el público, poco habituado a esta clase de espectáculos se alejaron de las rejas que cercaban el recinto, donde minutos antes estaban observando el espectáculo.

Lo cierto es que probablemente el caballo estaba prendido y requería que lo corrieran un poco antes de montarlo (eso quiere decir que tenía gases, lo cuál les hace sentirse incómodos y nerviosos; cuando corren, "liberan los gases" por decirlo de forma elegante, y se sienten mucho más cómodos y tranquilos). Y el jinete no estaba muy concentrado (para empezar se había quedado rezagado. Si estaba en formación, no debería haberse rezagado). Además, la gente no tenía de qué preocuparse. Sería extremadamente inusual que un caballo se arroje sobre la reja y la gente. Son caballos entrenados, habituados a ser montados en picaderos, y asumen los límites de ellos como algo natural. Por lo menos yo nunca he visto un caballo saltar las rejas de un picadero para salir corriendo fuera de él, aunque muchas veces podría resultarles bastante fácil. Y adicionalmente hay que mencionar que en general los caballos no atacan a la gente. Pueden ocasionar accidentes, y defenderse si se sienten agredidos, pero si están asustados, y esas personas no los han maltratado, tienden más bien a evitar a las personas, que a hacerles daño. Incluso, cuando botan a un jinete, tienden a evitar el pisarlo. Si llegan a hacerlo se retiran de inmediato, sobretodo si se trata de su jinete (que es el que podría estar bajo) porque sienten una lealtad especial por ellos. En el fondo, son como mansos perros grandes...

Ver el "espectáculo" me puso nostálgica. Sí, sé que fue una caída. Pero he presenciado muchas en los años que practiqué equitación. Bastante similares a estas. He protagonizado otras tantas. Y es que como le dije a un niño que indicó que el carabinero caído debía sentirse muy torpe, "jinete que no se cae, no es jinete"... Y a pesar de todo lo que habla y teme la gente, caerse no es tan grave... O sea, claramente puede serlo. Pero es por eso que uno lleva puesto el casquete, monta en un picadero, y debe mantener la concentración como medidas de seguridad. Aun así puede ser insuficiente, pero en la confianza está el riesgo. Los principiantes se caen todo el tiempo. En realidad, uno tiende más a tirarse que a caerse. Cuando ya está más experimentado, ya no se tira, y cuesta más caerse, pero la caída es más fea. Cuando te sacas la ropa, estás lleno de arena y pasas varios días entero adolorido. Pero normalmente no es más grave que eso.

Echo de menos hasta caerme, en verdad. Echo de menos llegar, acariciar a un caballo, ver unos grandes ojos cafés que te miran con cariño, hablar con ellos, cantarles incluso. Echo de menos la conexión.

En equitación se habla de binomios en los concursos. Ese es precisamente el punto. No es como cualquier otro deporte (porque sí, es un deporte... se hace mucho ejercicio y no es sólo quedarse cómodamente sentado mientras el animal hace todo el trabajo... me revienta que la gente asuma, con la convicción que provee la ignorancia, que la equitación es sólo eso. Aclaremos de inmediato que montar a caballo no es lo mismo que andar a caballo, y que los caballos de playa, y el paseo que puedan realizar en ellos no es más deportivo que un paseo cualquiera). En la equitación tú no interactúas con un objeto inerte. En la equitación tú interactúas con un ser vivo. Y ese ser vivo siente, entiende y tiene un carácter que lo hace único. Y como con las personas, a veces hay caballos con los que puedes generar un nexo único, con los que te sientes invencible, con los que podrías hacer cualquier cosa, porque confías en ellos y ellos en ti. Y hay otras veces en que no hay caso, y no logras compatibilizar con él.

Además, como en toda interacción se produce una reciprocidad, y jinete y caballo se influencian mutuamente. Por ejemplo, yo tengo una cualidad que tranquiliza a los seres sensibles (animales, niños, personas sensibles en general, tienden a relajarse y tranquilizarse estando conmigo... debe ser porque yo misma soy relajada). Otras personas, son aceleradas y transmiten eso. El mismo caballo podía montarlo una compañera y andar muy acelerado, y si lo montaba yo, andaba tan tranquilo que a veces parecía que ni se movía. Por eso yo no puedo montar caballos muy tranquilos. Terminamos los dos medio adormecidos.

Yo he tenido varios regalones. Cuando comencé a montar, tenía 15, casi 16 años. Una de mis primeras regalonas fue la Lela. Era una yegua moteada, blanca y colorina, vieja, mañosa, que pateaba y mordía, así que sólo podía ir al final de la fila de alumnos (en clases, uno va en fila india, el que va adelante es el jinete cabeza, y es un honor serlo, porque implica un reconocimiento a tus habilidades como equitador, y porque tienes la responsabilidad sobre el resto de la sección; los caballos son animales gregarios y tienden a seguir al de adelante, por lo que los de atrás la tienen un poco más fácil, y es el jinete cabeza el que debe regular la velocidad de la sección, velar porque nadie se quede muy atrás disminuyendo el paso - la velocidad - y evitando que la sección se contraiga mucho para que no hayan accidentes, y para ello aumenta el paso; además, es el que marca la trayectoria, aunque cada jinete tiene la responsabilidad de preservar la integridad de la ruta y no acortar caminos a menos que esté indicado, e intentar mantener la distancia indicada por el maestro). La Lela conmigo siempre fue un amor. Nunca me botó, ni siquiera se encabritó. A otros los hacía sudar.

Mi segunda regalona se llamaba Huella. Era castaña rojiza, media rubia, con la cara blanca. Pertenecía al Cuadro Verde de Carabineros. Con ella le perdí el miedo a la equitación. Es muy normal que los equitadores pasen por un periodo de miedo al principio, pero si lo superan, el amor por la disciplina es más fuerte que cualquier cosa. En la Huella me caí varias veces, y sin embargo, la quería tanto que no me importaba. Sabía que velaba por mí, y que mis caídas eran más producto de mi inexperiencia que de su actuar. Cuando llegaba a buscarla a su nave (pesebrera) ella conocía mis pasos. Me recibía con suaves relinchos y me daba suaves empujoncitos con la cabeza a modo de cariño. Tengo su foto en mi velador.

Después, dado el "trabajo" de mi protegida, cuando le tocaban presentaciones o cuando se encontraba fuera de servicio por estar dañada en la cruz (tenía la cruz muy alta, que es la apófisis de la vértebra que une el cuello con el lomo, y por roce con la montura a veces se le producían heridas que obligaban a dejarla en reposo para su recuperación. cuando yo la montaba le ponía una protección especial que protegía su cruz y evitaba el daño), comencé a montar al Heraldo, también apodado "El Avión". La razón del apodo es que era incapaz de mantener sus orjas erguidas, y en cambio las tenía hacia los lados, cual alas de avión. Era un caballo muy manso, mulato (negro y café), muy suave de boca, es decir, fácil de guiar con las riendas, aunque tenía un olor particularmente fuerte que dejaba la montura y el auto impregnado a él.

Después me cambié de club y mi regalona se llamaba Hermana. Estuve a punto de comprarla, pero el negociador intentó cosas poco claras, y mi madre desistió, porque no era la forma de hacer negocios. Era una yegua tordilla, es decir con una mezcla de pelos blancos y negros, aunque principalmente blancos, y con unas patas largas, largas.

Cuando me volví a cambiar de club mi último gran amor fue el Acolchado. Tuve otros regalones como el Tambo Solo y el Portezuelo o la Indiana, todos caballos castaños rojizos, pero nunca he vuelto a tener otro regalón como el Acolchado, un hermoso potro mulato, con una raya blanca en la cara, manso a pesar de no estar castrado, y con el que nos entendíamos de maravilla. Tenía la punta de la oreja izquierda partida en dos, desde una vez que lo sangraron en un procedimiento médico. Arriba del Acolchado yo era capaz de cualquier cosa. Juntos eramos imparables, perfectos, como uno solo. Murió de un cólico, una de las más frecuentes causas de mortalidad equina, y yo mandé a hacer una lápida para su tumba.

Tristemente tuve que dejar la equitación. Primero por tiempo, luego por plata, luego por un poco de ambas. Pero me hace falta. Aun en medio de la ciudad, cuando llegas a un club te transportas fuera de ella. Te olvidas de todo, te desconectas de todo. Echo de menos ese contacto con el caballo, ese amor incondicional, esa familiaridad y sencillez.

NECESITO
UN
CABALLO

15 enero 2012

Insolente Juventud



Sí, sí... sé que el título huele a vieja de mierda... pero ¡francamente...! Déjenme ponerlos en contexto, y veremos si no me encuentran la razón.

El otro día volvía del cumpleaños de un amigo, en el metro. Detrás mío iban un par de veinteañeros (ni idea su edad exacta; si bien podían tener 20, quizás tenían 25 o más). Ella era una flaca esquelética y chillona con cero sentido de la moda. Él era un wannabe emo, lo cuál es aun más patético que realmente ser uno.

Ambos estaban ejerciendo el deporte nacional: el pelambre. Llamaron mi atención cuando ella dijo: "es que ella ya está medio pasadita... tiene 29, no... 28, va a cumplir 29, y todavía no tiene un pololo, con auto, que la saque a comer". Menos mal que les estaba dando la espalda, porque me quedé de una pieza. O sea, are you fucking kidding me???

Para empezar, yo tengo 29... y estoy soltera y feliz así. No estoy "medio pasadita" porque no necesito un pololo con auto que me saque a comer. Y esto es porque (a) no necesito que nadie me "saque" así como si fuera una mascota que hay que ponerle una correa para salir a la calle... soy una mujer independiente, que trabaja y que si quiero salir a comer soy perfectamente capaz de decidirlo y hacerlo por mi cuenta sin necesitar que alguien lo decida ni nada... y tengo amigos que son una excelente compañía; (b) el que alguien tenga auto o no, es RIDÍCULAMENTE IRRELEVANTE! Conozco miles de pasteles con auto, y créanme que el auto no les quita lo pasteles; (c) relacionado con lo mismo anterior, conozco muchos pasteles... y es mejor estar solita que mal acompañada. No tener un pololo no me hace menos mujer, ni me complica, ni afecta mi seguridad o mi valor. Pero no voy a seguir protestando al respecto, porque la identificación personal con la aludida, no es lo que realmente me indigna.

Lo que me parece verdaderamente indignante es como con una sola frase, una mujer es capaz de borrar décadas de emancipación y de lucha por la igualdad. Y créanme, no soy feminista, pero más que mal, estamos en el siglo XXI. Creo que los tiempos en que las mujeres necesitabamos estar casadas para sentirnos realizadas, es cosa del siglo pasado...

But I should know better... Después de todo, dada mi ascendencia italiana, provengo de un entorno que es bastante machista. Un entorno donde el concepto de mamma italiana está fuertemente arraigado. Eso implica que la mujer básicamente tiene que ser una súper madre, idealmente dedicada las 24 horas a la crianza, a llevar y traer a los niños a sus clases de fútbol, de ballet, de natación y de pintura, además de ser una excelente cocinera, y en resumen, una mujer cuyos hijos y hogar son el reflejo de su realización como mujer. Cierto que ahora las mujeres trabajan. Aun así tiene que encontrar la forma de ser una figura importante en su hogar, y de no serlo, eso sólo es perdonable si es "reemplazada" por la abuela de los niños, o alguna otra mujer de la famiglia. De todo esto, se subentiende que las mujeres deben casarse y tener hijos, y esa debe ser su prioridad en la vida.

En mi colegio, en clases de técnicas manuales nos dividían en hombres y mujeres. Y la sala de las mujeres decía sospechosamente afuera "Economía Doméstica". Nos enseñaban a coser, a cocinar y a tejer ropa de guagua.

Y está bien. Es decir, no puedo sustraerme del todo a mi cultura heredada. Sin embargo, también sé que los tiempos cambian. Y sé que necesito más que casarme y tener hijos para ser feliz. Que de hecho, un matrimonio e hijos no garantizan mi felicidad (así como no tenerlos tampoco la garantiza). Porque al final lo único que garantiza la felicidad es permanecer fieles a sí mismos, para no arrepentirse de las decisiones que tomas en la vida.

Mi machismo se extiende sólo a un tema de roles. Aprecio un hombre fuerte, con los pantalones bien puestos. Un hombre que asuma que tiene el rol de proveedor principal (y ojo, no dije "único"), así como su rol de padre (que es muy diferente al rol de una madre). Pero no aceptaría un hombre que me invalide como mujer. Que yo entienda mi rol de mujer en hogar como dueña de casa y madre (sin invalidar mi rol de profesional, que es independiente de mi género), no implica que permita que por eso se me desprecie como persona. Un verdadero hombre tiene que reconocer el valor de quien tiene al lado. El tratar de aplastar a quien tienes de compañero sólo habla de inseguridad, y la necesidad de ser alguien por encima de otro, y eso no es compatible con la meta de formar un verdadero hogar basado en el respeto y la confianza entre todos sus miembros.

Además, soy lo suficientemente emancipada para no tener que validar mi posición oponiéndome a todo lo que creo que históricamente ha sido asociado a una mujer. No le tengo miedo a la cocina. De hecho, me encanta la cocina. Creo que es una excelente forma de demostrar cariño y preocupación. En cuanto al resto de las tareas del hogar, no me gusta hacer aseo, y no sé planchar. Pero creo que si tengo que hacerlo, lo haré y aprenderé. Y si se puede, para eso existe una oferta amplia de asistentes del hogar.

Lo que me choca es escuchar esa clase de comentarios. Donde la gente juzga de una manera tan liviana el valor de una persona por el supuesto valor de una pareja. ¿Cómo podemos avanzar tanto en cuanto a respeto y dignidad humana, y la juventud con su insolencia e inconsciencia característica, ignorar todos esos avances con una sola frase? Y encima, una congéner... Bien dicen que las mujeres somos poco leales entre nosotras...

09 enero 2012

29 Maneras de Permanecer Creativo (Y Mi Opinión al Respecto...)



Acabo de ver un video titulado "29 Ways to Stay Creative" o en español "29 Maneras de Permanecer Creativo". Es básicamente una lista de cosas, que traduje y les presento a continuación.

1. Haz listas. Suelo hacerlas. De hecho tengo algunas entradas en esos formatos, y además en ese mismo sentido, excel suele ser mi mejor amigo.

2. Lleva un cuaderno a todas partes. De hecho, ahora lo hago. Ha resultado ser muy útil.

3. Prueba la escritura libre. Doh, esto es un blog. Thank you, Captain Obvious.

4. Aléjate del computador. Irónico. El video lo vi en el computador. Mi blog requiere un computador para acceder a él. Y además soy medio computador-adicta. No quiero sufrir el síndrome de privación.

5. Deja de atacarte a ti mismo. No suelo hacerlo. Me quiero demasiado para ello.

6. Haz pausas. Always...

7. Canta en la ducha. Cantar no es uno de mis talentos. ¿Podré suplir el canto con faceta cuentacuentos?

8. Toma café. ¿Cuál es la justificación de esto? Yo no tomo café. ¿Eso me hace ser menos creativa? ¿O será que no sólo hay que ser, sino también parecer, y por ello hay que asumir una pose de pseudointelectualoide que detesto? Nada en contra de los que toman café. Sólo que el café no justifica la creatividad.

9. Escucha nueva música
. Eso intento. Pero me haría falta una radio en la oficina... hey... eso no es mala idea, de hecho...

10. Sé abierto. Mmmm... A lo mejor la recomendación viene muy de cerca, pero creo ser bastante abierta y tolerante a las nuevas ideas y a puntos de vista diferentes...

11. Rodéate de personas creativas. Cierto. La gente gris, "engrisa" el espíritu. Y en todo caso uno tiende a juntarse con espíritus afines. Y mis amigos y gente con la que me rodeo suelen tener alguna dosis artística, en sus distintas expresiones, que fomenta su creatividad. Puede sorprender a algunos, dada mi formación de ingeniero comercial y de trabajar en un banco. A ellos yo les digo: no sean prejuiciosos. NO somos todos cuadrados.

12. Obtén retroalimentación. Por supuesto. Los enfoques externos siempre enriquecen al propio, si uno está dispuesto y abierto a permitirlo.

13. Colabora. Soy muy colaborativa con los demás. Por ahí alguna vez lo establecí. Dado mi carácter, y a pesar de mi enorme amor por mí misma, siempre me resulta más motivante hacer algo que ayudará a alguien más, que hacer algo sólo, única y exclusivamente para mí. Y tiendo a colaborar altruistamente en proyectos ajenos, porque si puedo ¿por qué no?

14. No te rindas. Suelo ser demasiado porfiada para rendirme (al menos con las cosas que verdaderamente importan). Eso sí, con los años he aprendido a escoger mis batallas.

15. Practica, practica, practica. Sí, claro. La perseverancia es una de mis mejores cualidades (según yo).

16. Permítete cometer errores. Yo me perdono todo... :P

17. Anda a algún lugar nuevo. Siempre es bueno. Pero yo agregaría: "o mira el lugar de siempre con ojos nuevos". Siempre hay detalles que cambian. Mira esos detalles que das por sentado. Observa a la gente. Ningún lugar permanece, porque todo cambia con el tiempo. La flor que estaba ya no está, es pájaro antes no estaba, esa hoja tenía otro color...

18. Cuenta tus bendiciones. Siempre hay que saber que tenemos cosas que agradecer. No hay que ser un malagradecido por la vida.

19. Descansa mucho. Eso trato. No siempre se puede. Pero eso trato.

20. Toma riesgos. Uh-oh... no soy una gran tomadora de riesgos. Tiendo a irme a la segura. Aunque de vez en cuando...

21. Rompe las reglas. Por ahí escuché que son las reglas injustas las que están hechas para ser rotas. Tiendo a seguir las reglas. Pero tengo también un sentido de justicia muy desarrollado, y creo que realmente es lo único que justifica romper las reglas. Eso, y las reglas que en realidad son sólo producto de la burocracia y a las que no veo sentido o justificación de ser.

22. No fuerces las cosas. Deja que fluyan.

23. Lee una página del diccionario. Creo que hay lecturas que me motivan bastante más y pueden incrementar mi vocabulario igual.

24. Crea un marco. Siempre es bueno. Así sabes dónde te mueves y es más fácil entenderte y entender a los demás. Sino, los esfuerzos se dispersan.

25. Deja de tratar de ser perfecto para alguien más. Totalmente de acuerdo. Quiérete como eres, valórate y los demás te querrán y valorarán. Y si no lo hacen... pues allá ellos!

26. ¿Tienes una idea? ¡Escríbela!. Eso es precisamente lo que estoy haciendo. ¿O para qué creen que son los 2 blogs y el cuaderno?

27. Limpia tu espacio de trabajo. Recuerda que la creatividad se trabaja con el cerebro tb. Limpia tu cabeza también. Concéntrate. Ordénate.

28. Diviértete. No hay más que agregar.

29. Termina algo. Eso es importante. Dejar las cosas a medias es un mal hábito. A veces es necesario. Pero no lo vuelvas una costumbre...

¡Suficiente creatividad por hoy! "Silla!"

06 enero 2012

Sobre Teléfonos, Llamadas y Celulares



Esta es una declaración de principios (a mi manera, claro): ¡odio... los... teléfonos! No es que sea antitecnológica. Estoy lejos de serlo. Mi problema con ellos es que no soporto que suenen. Por alguna razón el timbrecito aquel me crispa los nervios. Especialmente cuando el teléfono no es mío, y nadie lo contesta, así que suena y suena y suena, hasta que me dan ganas de tirar lejos el aparatejo ese y estrellarlo contra la pared para que deje de sonar. No sé por qué es que ese sonido inflama tanto esta pseudo-furia asesina de objetos...

En pro de mi -cuestionable- sanidad mental, mi celular permanece eternamente en modo silencioso. Razón por la cual permanentemente recibo llamadas perdidas un par de horas después de lo que debiera. Siempre me lo reclaman, pero lo siento. No pondré a mi celular un tono audible a menos que sea absolutamente imperioso.

Me han dicho que debiera poner una canción de ringtone para que no me moleste. Pero aun así me parece indiscriptiblemente molesto, indiscreto e inoportuno que el teléfono suene. Eso porque cuando lo tengo a mano, muy probablemente estoy en el computador, así que se vuelve innecesario. Y cuando no lo tengo a mano es porque estoy ocupada. Así de simple.

Pero, OK, asumamos que por uno de esos milagros de la vida y producto de esas conjunciones planetarias que suceden una sola vez cada varios miles de años me llaman y efectivamente estoy en disposición de atender. Aun así, no me gusta hablar por teléfono. Y no es que no me guste hablar en general... Puedo conversarles horas en persona o vía chat. Pero no me pidas que hable por teléfono sin tener alguna cosa en concreto que discutir. Por alguna razón me resulta violento el divagar por vía telefónica. No me nace...

Creo que en eso último puede tener mucho que ver mi madre. En mi casa las paredes tienen oídos. Y bastante agudos. Durante toda mi infancia y adolescencia, antes de que existieran los teléfonos celulares, cada vez que alguien me llamaba por teléfono sabía que me vería sometida a un posterior interrogatorio: que quién era, y qué quería, y por qué, y cuál es el motivo que yo dijera tal o cual cosa, que por qué fui tan cortante o de qué me reí tanto... Y francamente siempre he sido una persona que prefiere mantener su vida privada en privado (irónico escribir esto en un blog, pero si se fijan, en general no hablo mucho de mi vida personal, y las pocas veces que lo hago tiendo a ser bastante críptica y no doy demasiados detalles). El interrogatorio me molestaba y me sigue molestando. Es por eso que con la llegada del teléfono celular si preciso de hacer una llamada la hago cuando estoy sola (léase, como que mi madre no anda cerca). Si ella aparece, la postergo hasta un mejor momento, que puede llegar a ser hasta el día siguiente.

En la oficina me pasa un poco lo mismo. Los cubículos ubicados en una planta libre, aunque son bastante espaciosos, no filtran los sonidos. Ergo, aunque no quiera, me entero de todas las conversaciones de mis vecinos, aunque no lo desee. Sé exactamente el menú de la casa de la persona que trabaja en el cubículo de atrás, he "seguido" todos los preparativos del matrimonio de mi vecino de al frente, y también lamentablemente, sus peleas. Además suelen llamarlo cuando yo volví de almorzar y él aun no... Y el teléfono suena, suena y suena... Tengo el plan "secreto" (o bueno, ya no tanto) de esperar a que él no esté y meterme a su cubículo a bajarle el sonido al timbre del teléfono para que no me retumbe tanto en los oídos. Por lo menos, ya no tengo de vecino al "psicoanalista amateur" que se dedicaba a resolver su vida y la de sus amigos por teléfono, en versión abierta al público.

Cuando apareció el celular lo asumí como una necesidad práctica. Es útil para coordinar actividades concretas, no lo niego. Sin embargo, el semestre que pasé en Canadá deliberadamente no adquirí uno. Y me las arreglé de lo más bien. Con internet, se coordinaba hora y lugar, y ahí llegaba, a la hora y lugar establecidos. No es tan complejo. Y como no tenía a nadie que me hinchara por la hora a la que iba a llegar, o cómo me iba a ir o venir, en realidad no me hacía falta (pensándolo, tampoco lo echaría en falta ahora considerando ese antecedente).

En todo caso, ahora que los celulares cuentan con internet me parecen bastante más útiles. Hasta antes de internet, creo que lo usaba sobretodo para enviar mensajes. Ahora lo uso para revisar Facebook además. No es que revisar Facebook sea una actividad "útil", pero me agrada hacerlo. Es mi versión alternativa a fumar (nunca he fumado, pero cuando toca esperar a alguien en algún lado, y no tienes nada que hacer, siempre he pensado que fumar te mantiene ocupado, y te da una cara alternativa a la de "estoy esperando y me aburro". Pero como no llega a ser una razón suficientemente poderosa como para adquirir ese hábito tan poco saludable, creo que revisar Facebook Móvil se ha transformado en una buena opción, y sin efectos secundarios).

Mi aversión hacia los teléfonos y las conversaciones telefónicas es bien conocida por mis amistades. Sin embargo, este es uno de los pocos trabajos en que no me he visto forzada a utilizar uno como medio laboral. Cuando trabajé en admisión en la universidad, me dedicaba gran parte del día a contestar teléfonos, devolver llamados, etc. Para cuando llegaba la noche, ya soñaba con la frase "Universidad del Pacífico, buenos días/tardes"... Cuando hice la práctica en CORFO pase su buen par de meses llamando a empresas para confirmar datos. En FXCM las ventas se hacían principalmente por teléfono. Es como mi karma. Y no he sido TAN mala... creo...

Cuando me preguntan, siempre digo que los teléfonos cuando me ven sacan dientes y me gruñen. Quizás yo les gruño a ellos. Como sea, les digo ahora... si quieren hablar conmigo, no me llamen... escríbanme!

03 enero 2012

Palabras... Sólo Palabras



Estoy probando si funciona esto de postear vía mail. De ser así, me soluciona la vida en cuanto a mantener mis blogs actualizados (que sí, he tenido harto botados), pero es mi propósito de año nuevo solucionar esta situación... Si esto no funciona tendré que aplicar un "blogueo" con desfase: escribir en una libreta y traspasar después, pero es una solución que no me termina de satisfacer. Mis razones para escribir tienen que ver bastante con el desahogo (emocional y también de ideas obsesivas, irritantes y persistentes) y no sólo con la difusión per se de pensamientos, sentimientos y "pelás de cable".

Escribir algo dos veces es un desahogo reiterativo, poco efectivo y a veces hasta contraproducente. Es la razón por la que tengo entradas escritas que nunca han sido publicadas, y probablemente no lo serán jamás (he tenido mis blogs botados... nunca dije que tuviera la escritura abandonada). Hay cosas que deben ser escritas, depuradas del sistema, y olvidadas tan pronto como fueron liberadas y dejaron de pertenecerte realmente. Porque las palabras son tuyas hasta que las liberas a través de la voz o la escritura y en ese minuto pasan a ser de tu interlocutor/lector o a falta de uno, pasan a formar parte de un limbo de palabras, nunca oídas, jamás leídas. Esas últimas son palabras libres pero sin propósito más allá de su mera existencia. Palabras que nacen sólo por nacer, como hijos no deseados. Qué triste puede ser eso. Creo que por eso existen los blogs. Le dan sentido a ciertas palabras escritas a través de su difusión on line. Si alguien las lee cumplen su cometido. Alguien las adoptó. Quienquiera que las lea. Esté de acuerdo o no. El que oyó no puede desoir lo escuchado. El que leyó no puede desleer lo leído. Las palabras entregaron su mensaje. Bien o mal, pero al menos lo intentaron.

Creo que me fui por las ramas, para variar. Quizás fue para no hablar de esos "hijos no reconocidos". Esas cosas escritas que nunca verán la luz. Palabras que no me siento capaz de releer. Palabras que no me siento capaz de reconocer otra vez. Las palabras duelen. Incluso las propias. Quizás algún día ya no importe. No lo sé. Anyway, it doesn't matter.

Creo que para ser una prueba, es suficiente. Además ando de un ánimo demasiado oscuro y no quiero que la gente que me quiere se preocupe. Estoy bien, en serio. Estas son palabras... sólo palabras.