06 mayo 2012

Historias

Había una vez... así suelen comenzar muchas historias. Sin embargo otras, las más importantes, comienzan sin frases en particular, sin bombos ni platillos, sin flores, sin violines. Comienzan un día cualquiera, quizás en la biblioteca, o en la calle o en una sala de clases. Comienzan con algunas risas, con conversaciones de esas que no quieres que acaben, pero que años después ni siquiera recuerdas de qué se trataron. Hay historias que tienen introducciones tan largas, que a veces te olvidas de cuál era el punto. Vean How I met your mother y comprenderán lo que digo. Hay historias que están llenas de momentos mínimos, cotidianos, simples... y eso mismo las hace fabulosas y reales, y mucho mejores que cualquier otra historia que pudiera escribir el mejor escritor de la historia. Siempre he sido una cuentista. Me refiero a que siempre he contado cuentos, he inventado cuentos, he escrito cuentos. Desde que era una pequeña niña con problemas de lenguaje repetía esas historias que me leía mi madre. Un tío me bautizó como "la entonche" por mi incapacidad de pronunciar correctamente la letra "s" y la frecuencia con utilizaba esa palabra al contar cuentos. Apenas empecé a leer me transformé en una lectora ávida de cuentos e historias ajenas, y con la escritura comenzó una serie de cuentos, fábulas, poemas e historias propias. Me refiero también a todas esas historias que he creado en mi cabeza y que nunca plasmaría en papel. Esas en que escribo y reescribo mi historia. Que narran mi pasado, mi presente y mi futuro. Esas que ahora pueblan mi cabeza con historias de a dos. Y hoy vivo una historia que nunca imaginé. Hoy vivo una historia que no reescribiría. Excepto quizás por un detalle. Siempre bromeé acerca de que las relaciones a distancia serían lo mejor para mí. Y en cambio ahora siento esta necesidad de tenerlo al lado a cada instante, de que lo extraño con cada poro de mi cuerpo. Y no me malentiendan. Aguantaré estoica. Todos y cada uno de los al menos 32 meses que me quedan por aguantar. Porque sé que lo que no te mata, te hace más fuerte. Y la distancia, por dura que sea, no nos matará...