28 diciembre 2008

Recuento del año 2008

El año está terminando... En pocos días más, el 2008 habrá acabado.

Debo decir que ha sido un año extrañísimo. Una vez alguien me dijo que según la numerología el 2008 empezaba un nuevo ciclo en mi vida. En ese entonces pensé que era porque ese era el año en que debería haber terminado la carrera de medicina... Nunca imaginé que estaría estudiando ingeniería comercial, que sería el año que comenzaría conmigo viajando a Canadá para estudiar y vivir sola allá por un semestre entero y con una beca que me cubriría todos mis gastos. Nunca pensé que sería el año en que me reencontraría con Maxi, y menos que sería el año en que me pondría a pololear con él. Tampoco pensé que sería el año en que estaría haciendo mi práctica profesional y recibiendo múltiples ofertas de trabajo. La vida te da sorpresas...

Y el año se me pasó tan rápido. Debe ser porque han pasado tantas cosas que no he tenido tiempo de darme cuenta y contar los minutos que pasan.

Extraño un poco mi vida en Canadá. Es extraño pensar que probablemente no voy a volver a ver al amable hombre asiático que atendía la caja de supermercado de la otra calle. Ese que me conversaba de Chile y me preguntaba hasta cuándo me iba a quedar y si pensaba volver (probablemente preocupado de perder a una cliente frecuente). Es extraño pensar que ya no voy a volver a comprar en Dollarama, donde todo costaba 1 dólar (sin impuestos), y por lo tanto cuando ibas, terminabas tentándote con media tienda, considerando que no era caro, y en conjunto terminabas pagando entre 20 y 40 dólares... Es extraño pensar que toda la gente que conocí, en estos minutos se encuentran desperdigadas en el mundo, algunas en Australia, otras en Europa, y algunas otras aún en Canadá. Creo que hasta echo un poco de menos el frío... Supongo que eso se me pasaría después de experimentarlo un par de días de nuevo. Y cómo olvidarme de Tim Hortons, y sus salvadores Hot Smoothies, y su Yogurth Parfait... Y el Rainbow Cinema los días martes, que era la única vez en que se podía ir al cine por un precio decente (y por decente, implico pagar una entrada al mismo precio que se paga acá en un día caro). Y el tradicional Mick E. Fynns, cada vez que a nadie se le ocurría que hacer... ¡Ah, y tantos recuerdos inolvidables!

Y después volver... Acostumbrarme de nuevo a no ser libre. A tener que dar explicaciones. A que manejen mis tiempos, mis horarios, mis actividades y a veces hasta mi plata. Y acostumbrarme al sentimiento de "maldición, ¿por qué no me habré quedado allá?". Pero bueno... es lo que hay, y no puedo hacer mucho al respecto.

Y organizar mis ayudantías. Tantos planes... En estadísticas no resultaron mucho... En costos, más o menos. En contabilidad sí. Creo que es la ayudantía que más me gusta hacer... Pero antes de empezar me llamaron para mi práctica. Y así empecé uno de los semestres más ocupados que he tenido. Corriendo de un lado al otro... Sin tiempo para almorzar. Sin tiempo para vivir. Pero un semestre no importa. Se puede manejar...

Luego, en octubre, se me ocurrió buscar en Facebook a Maxi. El hombre del que me enamoré hace 10 años atrás, y que me costó 9 años superar. Y lo encontré. Y hablamos, y nos juntamos y... nos pusimos a pololear. Si alguien me lo hubiera dicho hace 10 años no lo hubiera creído. Y estoy feliz y enamorada. Vale decir que perdí un par de amistades a raíz de ello, que armaron una pataleta (un poquitín exageradas, desde mi punto de vista), pero aquellos que valgan la pena, volverán algún día.

Llevo dos meses pololeando. Feliz. Como nunca había sido. Cuando ya me había rendido, y había decidido llevar mi vida por otros caminos. Pero como dice el dicho, "el hombre propone, y Dios dispone". Me tomó desprevenida. Pero qué diablos... Siempre me han gustado las sorpresas... y este año ha estado lleno de ellas... Me pregunto qué se viene para el 2009...

24 octubre 2008

Expresando ideas en círculos (como ayer)

Después de casi 10 años y medio, después de casi 3 semanas de estar en una montaña rusa de emociones, de no entender qué quería (o entenderlo y no querer confesarlo, ni siquiera a mí misma), de darme mil argumentos en favor y en contra de mis miedos, me encuentro en medio de la más inesperadas de las historias.

Después de reencontrar, tras 8 años, al único hombre que puedo dar el título de amor de mi vida, de 10 años de repasar una y otra vez la historia en mi cabeza, de arrepentirme de todo lo que no pasó y lo que no fui capaz de decir en su momento, de renegar de mi actitud pasiva y conformista, todo cambió.

Después de darme por vencida y elaborar un muy lógico y frío discurso tras el cual escudar mis emociones, de elaborar planes y ensayar discursos, que de toda manera se olvidan al minuto en que deberían ser dichos o hechos, debo tragarme mis palabras y replantear mis planes.

Después de negarme, de plantear mil excusas y justificaciones, de analizar lo que no puede ser analizado, racionalizar hasta que la confusión confundió la razón, terminé aceptando en razón, corazón y confusión.

Después de años imaginando momentos, terminé viviéndolos, y no haciendo nada de lo que tenía pensado, sino simplemente balbuceando y temblando, sin encontrar las palabras, que siempre he considerado mis aliadas.

E igual que ayer, igual que estas últimas semanas, sólo me doy vueltas sin ir al punto. Sin decir que en realidad estoy feliz. Sin contar lo que quiero contar. Sin decir que estoy pololeando, como si al escribir esa palabra en forma pública fuera a despertar y descubrir que en realidad nada pasó... Pero pasó... parece... creo que sí...

Y he estado toda la mañana convenciéndome a mí misma que es real, que es verdad, que no es un sueño, ni una alucinación. He estado toda la mañana confesándome a mí misma que esto es exactamente lo que quería. Que tú eres a quien quería...

23 septiembre 2008

Descompaginada


A veces creo que tengo un problema de frecuencias. No existo en la misma longitud de onda que el resto. No estoy en la misma página... de hecho, creo seriamente que estoy descompaginada.

Y es que cuando todos están en una cosa, yo extrañamente o voy mucho más atrás, o me adelanté hace rato. Recuerdo que una vez un profesor al calificarme tenía que determinar si yo "me comportaba de acuerdo a mi edad" y su respuesta fue algo así como "a veces" o algo parecido. Mi madre se indignó y criticó su criterio de evaluación. Pero una parte de mí siempre le encontró razón... Otra vez tomé un test que evaluaba mi verdadera edad: mentalmente tenía como ciento y tantos años, y emocionalmente alrededor de quince. Lo cual explica muchas cosas.

Me pasa sobretodo con las relaciones... las vivo en "fast forward". O sea que mientras los otros están en pleno proceso de encantamiento, yo me encanté, desencanté y estoy empezando a aburrirme. Es un serio problema. Por eso está la Regla de las Dos Semanas, según la cual si alguien me gusta más de dos semanas, se eleva exponencialmente su posibilidad de mantener mi atención por un periodo más o menos razonable de tiempo. Aunque por "razonable" sólo pueda asegurar que sean un par de meses. Quizás sea sólo un grave problema de concentración.

El problema es cuando yo, por estar interesada gatillé un interés en el otro... y de ahí se me pasa y ahí queda el otro pobre cristiano... Y no soy mala... por lo menos no TAN mala. Juro que es de buena fé. Pero simplemente paso de página más rápido. Mi velocidad lectora parece extenderse en este sentido también. Y así me meto en líos. Y no hay quien entienda que simplemente nací descompaginada...

07 septiembre 2008

Pasteles

NOTAS DE LA AUTORA:

A. Pastel: (1) m. Masa de harina y manteca, cocida al horno, en que ordinariamente se envuelve crema o dulce, y a veces carne, fruta o pescado.
(2) chilensis Dícese de una persona con escaso coeficiente intelectual. Gil. Sinónimo del chilenismo amermelado.

B. Si perteneces al género masculino, no te aconsejo que sigas leyendo, a riesgo de que tu ego se vea seriamente comprometido. Si decides ignorar esta advertencia, me desligo de cualquier responsabilidad por los daños sicológicos y emocionales que pudiera generar la lectura de este texto.

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Los hombres son unos pasteles. Y esta vez ni siquiera haré excepciones: TODOS son unos pasteles. Eventualmente, por una u otra razón, todos se merecen el apelativo. Y no es que una sea un dechado de virtud y perfección, o que no merezca el apelativo de vez en cuando. Pero esta entrada no se trata sobre la "pastelitud" de las mujeres, sino, la de los hombres. Prometo que en otra ocasión sacaré a relucir este lado B, en orden de analizar las dos caras de la moneda.

En alguna ocasión, arreglando el mundo con mis amigas, nos dimos cuenta de que además de recibir el apelativo en su acepción chilena, los hombres tienen más similitudes con los pasteles, en su acepción aceptada por la real academia de la lengua española. Al igual que los pasteles comestibles, los hombres vienen en una variedad infinita de formas, colores y sabores. Hay hombres que son como pasteles de fresa, bien "niñitas" para sus cosas, hombres que son como pasteles de chocolate, genuinamente dulces y encantadores, una tentación con sólo verlos, pero peligrosamente adictivos y tendientes a repartir su dulzura a quien quiera "probarlos", e incluso hay pasteles "alternativos", de verduras o de carne, un poco incomprendidos dentro de tanta dulzura con la que se asocia generalmente a los pasteles.

Y bueno, al igual que cuando existe el antojo de comer pastel, ya sea autoinducido o como consecuencia de ver uno realmente apetitoso en una vitrina (o quizás incluso por ver cómo otras personas disfrutan sus pasteles, lo que te hace desear tener uno también para ti), los hombres también se nos antojan a veces. El problema, y aquí yace la diferencia entre hombres y pasteles, es que cuando te comes un pastel eres feliz (aunque después a algunas les baje la angustia por haber comido más de la cuenta y la sicosis de contar calorías), pero en cambio con los hombres, en el minuto en que cae en la categoría de pastel, te enfrentas al tremendo dilema de mandarlo a freir monos, o aguantarlo con la esperanza de que sea sólo un episodio pasajero, para compensar todas las cosas buenas que tiene cuando no es un pastel (la típica y trillada justificación de "nadie es perfecto").

Particularmente, los pasteles me tienen cansada y creo seriamente que necesito una dieta estricta con ausencia de ellos. Y no me refiero a los que se comen. Y lo siento, pero la paciencia no es mi fuerte, la estupidez me revienta, y no ando en ánimos masoquistas de hacerme problemas en forma gratuita.

Cada día que pasa me convenzo más que la soltería es una opción para nada desagradable, y de todas maneras me encantan los gatos. Y es que soy un espíritu libre, me ahogo con demasiada felicidad, y tengo demasiadas actividades como para tener que dedicar tiempo a algo más en mi vida. O en este caso, a alguien más. Y no es egoísmo. Simplemente ya tengo demasiadas responsabilidades ineludibles que ocupan el 90% de mi tiempo. Y el 10% restante, sólo quiero un tiempo para mí.

Quizás es que no me he enamorado, ni he conocido a nadie que haga que me trague estas palabras... Mi problema es que pienso demasiado, y todas las burdas técnicas de conquista que suelen usar estos pasteles ambulantes son un insulto a mi inteligencia, y así nadie puede. Si al minuto en que salen a relucir sus brillantes armaduras, yo me estoy dando cuenta que no es nada más que papel de aluminio, ¿cómo puedo creer lo que sea que venga después? Quizás necesito un experto en efectos especiales. Aunque idealmente, preferiría un hombre que no sea comparable a un alimento.

28 agosto 2008

Rescatando entradas antiguas que siguen siendo vigentes. Parte I

Voy a empezar a rescatar un par de entradas en blogs antiguos, que aún sigan siendo vigentes... Quizás pelar el cable un poco más a raíz de ello. Esta entrada fue publicada el día 15 de mayo del 2006, y se llamaba "Quisiera..."

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Voy a hacer una declaración que probablemente provoque que se me apliquen varios calificativos, como perna, ñoña, matea, u otros, pero no me importa: me gusta estudiar. No por estudiar en sí, sino más bien porque me gusta SABER... De verdad... quisiera saber tantas cosas... Por ejemplo me gustaría dominar todos los idiomas posibles, ojalá todos los idiomas en uso, pero también los que no, como el latín o el griego antiguo. Me gustan los idiomas porque me dan la oportunidad de ENTENDER: entender a las otras personas, tanto en su naturaleza como individuos, como en su naturaleza humana general. Saber lo que el otro dice o trata de comunicar es el primer paso para entenderlos... Por lo mismo, porque quiero entender, me gustaría ser una experta en egiptología, y poder entender los jeroglíficos, y comprender a esos seres que formaron parte de esa cultura tan apasionante. Además me gustaría estudiar historia del arte, antropología, sociología, filosofía, economía, política y profundizar mis conocimientos en psicología. Y en el fondo todo se trata de lo mismo... quiero poder comprender al ser humano, adentrarme en sus misterios... ¡Quiero ser SABIA!

Eso sí, esto no tiene nada que ver con que me gusten dar pruebas... De hecho me carga, y tengo claro que no son evaluaciones objetivas del conocimiento real que uno posee. Cuando uno da una prueba influyen muchos factores: tu estado anímico, de salud, los eventos que puedan haberte alterado, la forma de evaluar... Las notas no siempre reflejan tu conocimiento, y de eso estoy convencida. A la larga no significa nada más que una escala para regular el asunto... Como sea, es lo que hay, y tampoco se me ocurre un sistema mejor, así que "whatever"...

Todo esto surgió de que me puse a pensar que si tuviera plata como para no necesitar trabajar nunca, entonces me dedicaría a estudiar siempre... Haría cursos de todos los idiomas, sacaría varias carreras, de esas "inútiles", y no ejercería nunca... A lo mejor un rato, por jugar... Quizás trabajaría haciendo clases, porque me gusta enseñar... La sapiencia no tiene sentido si no se le transmite a los demás... Si no, el conocimiento y la sabiduría morirían con los cuerpos, y eso no puede ser...
En todo caso, y como fuere, aunque tuviera dinero para mantenerme a mí y 20 generaciones más, no podría dejar a mi cerebro enmohecerse... Necesito usarlo, mantenerlo activo... Si no, el aburrimiento es mortal.
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Debo agregar que no estudio mucho. No soy particularmente estudiosa ni matea, ni vivo mi vida en torno a libros. Todo lo contrario. Lo que sí, estudio en forma eficiente, y si me apasiona un tema puedo quedarme por horas pegada enterándome del tema. Pero no creo en repetir las cosas como loro, sino en pensar y reflexionar al respecto. Interiorizarlas. Encontrarles el sentido y aplicabilidad.

Lo que sí soy es trabajólica. E hiperquinética mental. Siempre estoy pensando y haciendo dos, tres o cuatro cosas a la vez. Me carga estar de ociosa mucho tiempo. Me invento cosas productivas que hacer. Y sí, de vez en cuando, también me gusta hacer nada y descansar. Pero sólo después de satisfacer mi curiosidad.

Es por eso que me gustan los hombres inteligentes e interesantes. Siempre te pueden enseñar algo nuevo y aportarte. Pero ya he hablado de eso. Y hablando de reiteraciones, esta trabajólica volverá al trabajo.

25 agosto 2008

Sin vida

Debería estar durmiendo... hace una hora o más. Pero en vez de eso me resisto a hacerlo. No sé por qué. Quizás por inercia. Me he estado paseando por blogs de desconocidos, pero no me atreví a dejar ningún mensaje, aunque algunos me parecieron bastante buenos. Al fin y al cabo, no sé cuánto pesa la opinión de una desconocida.

Tengo un revoltijo en mi cabeza. Quizás por eso no puedo dormir. Pero prefiero no hablar de eso (a veces es mejor guardarse algunos pensamientos para uno mismo).

Este semestre no tengo vida. Voy a clases de lunes a jueves. Tengo 10 minutos entre clase y clase. Hago tres ayudantías que debo preparar, más el trabajo y estudio inherente a mis clases. Y me quieren poner una ayudantía de finanzas, justo a la hora que tengo libre. Cuando termino las clases, parto a la CORFO, donde estoy haciendo la práctica. Trabajo todos los días hasta las 6 (y el viernes que no tengo clases, trabajo todo el día). La pega es entretenida. Lo fome es que tengo media hora para llegar desde la estación Los Leones hasta Universidad de Chile, y caminar hasta la puerta donde marco tarjeta y llego con el tiempo justo. Ni tiempo para almorzar tengo. Y lo fome también, es que cuando salgo, con esto del Transantiasco, ni pensar en subirse al metro para volver a mi casa, así que obligada a caminar hasta plaza de armas y esperar que un colectivo pase vacío y se digne a pararme. Y pegarme un pique de alrededor de una hora, que ni siquiera me deja en mi casa, sino que me tienen que ir a buscar hasta la parada del colectivo. Y por si no me bastaran suficientes actividades, cuando llego a mi casa, me cambio de ropa y parto al gimnasio. Así que antes de las 9 de la noche, ni pensar en tener tiempo para sentarme frente al computador a hacer nada.

Así, tengo que estudiar y preparar clases hasta la madrugada, o sino, usar los fines de semana completos. Y este fin de semana, ni preparé clases, ni estudié. Estoy frita.

Mi práctica durará hasta noviembre. Y como más encima mi madre está con ataque desde que me la ofrecieron, no me hace la vida más fácil. Para cuando sea noviembre seré un estropajo. Y mi madre estará feliz de poder decirme "te lo dije". Pero tampoco quiero hablar de mi madre. No es bueno dejar evidencias.

Así, sin vida social en la semana, y con escasa vida social los fines de semana, mi vida hasta noviembre puede ser calificada como "no-vida". Una lata.

Ya. Me forzaré a dormir ahora. Me temo que lo necesitaré para enfrentar esta semana.

11 julio 2008

Hombres inteligentes

Creo que no hay nada más sexy y atractivo en un hombre que la inteligencia. Y por favor, con "inteligencia" no me refiero a que sea un tonto grave y aburrido. Tampoco es la idea que el tema de conversación sea siempre metafísico o algo por el estilo. De hecho, un hombre inteligente no anda por la vida impresionando a nadie con sus conocimientos, ni "dándoselas de inteligente" porque simplemente lo es. Y por lo mismo sabe distinguir cuando es el minuto de profundizar las conversaciones y ponerse serio, y cuando no. De hecho, creo que se requiere una inteligencia notable para ser absurdo. Porque el límite entre lo absurdo y lo estúpido es frágil y delgado.

El punto es que el tema de conversación, su intención y tono, dependen en, por lo menos, un 60% del momento. El 40% restante depende del interlocutor. Y se requiere inteligencia como para poder evaluar correctamente ambas variables.

Pero volviendo al atractivo de un hombre dotado de inteligencia, debo decir que, aunque por supuesto todo esto es una opinión personal, éste se debe a que soy una firme convencida de que para que una relación resulte uno debe admirar a su pareja. La admiración resulta un importante afrodisiaco, por decirlo así. Debe ser que a mí la inteligencia me parece una cualidad muy admirable, y por otro lado, la estupidez me revienta.

Lo lamentable del caso, es que la inteligencia resulta una cualidad escasa. Y no estoy hablando sólo de los hombres; no me tilden de feminista tan apresuradamente. Hay que reconocer que la estupidez es bastante democrática: no discrimina por sexo, edad, raza o condición social... se da a todos por igual. Y tiene bastantes adeptos que le rinden culto.

Pero basta de eso. Sigamos con el tema. ¿Por qué me parecen atractivos los hombres inteligentes? Porque saben conversar, de todo y de nada. Porque son interesantes y te aportan. Porque supongo que una parte primigenia de mí está buscando un buen pool de genes para una descendencia que sea fuerte y capaz de sobrevivir. Y como ya no hace falta que sean genes referentes a la fortaleza física, porque no espero que mis hijos tengan que huir de ningún tigre dientes de sable, o animal salvaje de ninguna especie, genes que determinen un grado de inteligencia y desempeño académico y laboral decente, parecen ser las características adecuadas para forjarse un buen futuro.

Y bueno. Lo cierto es que cada vez que me han preguntado si creo en el "amor a primera vista" he contestado que en lo que creo es en el "amor a primera conversación". Esas conversaciones que te hacen desear que no acaben nunca, o que se repitan cada día. Que provocan un cúmulo de emociones en el transcurso de la misma. Que no aburren. Esas conversaciones que sólo se pueden tener con un hombre inteligente.

20 junio 2008

00H

En un lugar muy, muy lejano, en el que ningún hombre ha puesto el pie o posado su mirada, se encuentra el País de las Letras. En él viven todas las letras que existen, de todos los idiomas y todas las culturas. Pero como en todos lados hay que entenderse, las letras de un mismo idioma se agrupan todas en una misma ciudad, y es así como se encuentra la ciudad de las letras chinas, que se entienden sólo entre ellas, la de jeroglíficos egipcios, que se creen tan eruditos, las arábicas, y las letras occidentales, que tienen primos en diferentes idiomas. Es en una de estas ciudades, la del alfabeto español, que se desarrolla nuestra historia.

En esta ciudad viven todas las letras que conoces, desde la A hasta la Z. Pero como te puedes imaginar, todas las letras tienen diferentes carácteres, y no faltaban en la ciudad, como en todas las ciudades y pueblos del mundo, los conflictos y disputas. Por ejemplo, la B es enemiga jurada de la letra N, y por ello jamás las encontrarás juntas, mientras que su hermana V opina que la M ocupa demasiado espacio, y la evita a toda costa.

La más elegante de la ciudad es la U, de la familia Vocales, que se adorna con sus cremillas para ocasiones especiales en que sale a pasear con su novio G y uno de sus hermanos favoritos, E ó I, que van de chaperones. Por otro lado está la Q, que es tan tímida, que no sale de su casa si es que no la acompaña su amiga U, y alguno de sus hermanos favoritos (las malas lenguas comentan que Q está perdidamente enamorada de E, y por eso salen tanto juntos, pero no deberíamos prestar oídos a comentarios tan malintencionados).

En esta ciudad, hay una pequeña casita, entre la de la C y la de las bulliciosas Vocales. La casa es colorida, como la de toda la ciudad, con ventanas azules y paredes amarillas, pero en esta casa hay algo que es diferente a todas las demás. En esta casa no hay ruido, en esta casa no hay sonido. ¿Adivinaron de quién es la casa? Pues sí: ¡es la casa de H!

H es una letra diferente: no le gusta salir mucho, y cuando hay fiesta en la ciudad, nunca participa del algarabío de las demás letras.

-¿Para qué ir?- se pregunta con tristeza en esas ocasiones -Nadie me escucha, de todas maneras.

A veces visita a sus vecinos, y la C que es tan buena anfitriona, cambia de sonido cuando está ella, para hacerla sentir que tiene sonido propio. Pero H, aunque le proporciona cierto consuelo, sabe que no es lo mismo. De vez en cuando también va a las fiestas que dan sus vecinos Vocales, pero no son tan considerados con ella, y siempre se siente perdida entre ellos.

Una tarde lloraba H en su dormitorio, en silencio como siempre, mientras se angustiaba y pensaba:

-¡Qué tristeza! ¡Qué miserable soy! Sin sonido, nadie me escucha... Cuando los hombres escriben, muchos me maldicen, me consideran inútil. ¡Tantas veces se han olvidado de mí! ¡Tantas veces me han ignorado! ¡Y a veces, me juntan con letras a las que no pertenezco, y debo aguantar los reproches y recriminaciones de mis colegas por estar mal ubicada! Si tan sólo pudiera ser como mi prima inglesa, que aprendió de la J un suave sonido similar al de ella...- lloraba y lloraba, abrazada a una almohada.

En eso estaba, nuestra pobre amiga H, cuando sintió unos golpes furtivos en la puerta. Caminó hacia la puerta, temerosa de que las demás letras hubieran decidido exiliarla por inservible, y estuvieran esperando afuera para decirle que no la querían más ahí.

Antes de abrir, miró por la ventanilla de su puerta, pero no pudo reconocer a su visitante. Se parecía vagamente a uno de sus vecinos, el que se llamaba O, pero era considerablemente más delgado. Llevaba un sombrero de ala, y miraba con nerviosismo a su alrededor. H intrigada abrió su puerta con cautela.

-¡Ya era hora! Pensé que tendría que informar que mi misión había fracasado... ¿Puedo entrar, supongo?- parloteaba el desconocido personaje, mientras apartaba a H, para entrar y acomodarse en el sillón. -Tú debes ser H, igualita a la de la foto. No hablas mucho, por lo que veo, ja ja ja, ¿Entiendes? "No hablas mucho", ja ja ja.

H mientras tanto lo miraba con cara de duda, sin saber si reir con el invitado por cortesía, o echarlo a patadas de su casa. Pero como todavía no se enteraba ni quién era, ni porqué había venido a verla, ni cómo sabía de su existencia, y H, como toda mujer era curiosa, decidió esperar a que se explicara.

-Bueno, bueno, no estamos de humor para bromas, parece... Vamos a nuestro asunto, entonces. Me llamo 0, Agente Cero para ti. Pertenezco a la Ciudad de los Números, a un día de distancia de aquí. He viajado mucho para encontrarte. - Empezó a explicar el Agente Cero, mientras H seguía sin entender nada.

-Trabajo para la JSL, también conocida como la Junta de Seguridad de Letras. Quizás has escuchado de nosotros. - continuó serio el Agente - Nuestro trabajo es garantizar la seguridad del País de las Letras. Y te necesitamos. El país te necesita...

Si hubiera podido hablar, H hubiera quedado muda de la impresión. El Agente Cero había hecho una pausa dramática, pero como su interlocutor no podía emitir sonido, después de unos segundos se rindió, y prosiguió:

-Yo era como tú. En mi ciudad, todo era en base a cantidades. Siempre se burlaban de mí, recordándome que no valía nada por mí solo. Pero entonces me encontró la JSL y mi vida cambió. Todas las razones por las que había sido objeto de burla durante años, resultaban ser precisamente las razones por las que le resultaba interesante a la JSL. Mi capacidad de pasar inadvertido, de no ser notado, de que no me den importancia, me han transformado en el mejor Agente Secreto de la JSL.

-Mi único problema, es que estoy restringido a las áreas matemáticas. Se me dan muy pocas oportunidades de indagar entre cuentos y libros. Es por eso que te necesitamos. Porque tú puedes estar ahí, sin ser notada, sin ser escuchada. Necesitamos asegurarnos de que los hombres no nos olviden, de que nos están dando un buen uso, ¡y tú eres la letra indicada para esta misión!

H no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Ella, una espía? ¿Encargada de garantizar un futuro a las Letras de todo el país? Cierto que ella podía pasar por las palabras de los hombres sin ser escuchada. Podía infiltrarse en la mente de los escritores, para conocer sus pensamientos y llamar a las musas adecuadas. Y mientras más lo pensaba, más se convencía de que era posible, que ella, la silenciosa H, fuera una letra importante, como todas las demás letras de su ciudad, o quizás aún más.

H aceptó, y se transformó en la Agente Secreta 00H. Ya sin cuestionarse su falta de sonido, aprendió a usarla a su favor, para esconderse en cada "Hola" con que nos saludamos los seres humanos, con el objeto de conocer nuestras conversaciones e indagar en nuestros pensamientos, recordándonos que las letras existen, inspirándonos a conocerlas y respetarlas. Aprendió que podía hacer una diferencia entre sonidos, sólo con estar en una palabra, y que entre "Hay" y "Ay", existe una gran diferencia. Y ahora, a H ya no le importa no tener un sonido, ya no envidia a su prima inglesa, pues ahora sabe, que con sonido o sin él, no se podrían escribir tantos cuentos como hay repartidos en toda la Iberoamérica de los hombres.

Ahora sabes por qué la letra H es tan importante, como cuida y vela por todas las demás letras. Esta historia es de verdad, me la contó ella misma, para que la ayudara a recordar a todos los niños que deben escribirla donde corresponde, que no se olviden de ella, ni la cambien de lugar. ¿Ayudas a mi amiga H a cumplir su misión?

FIN

15 mayo 2008

He vuelto

He vuelto. Algunos ya lo saben, ya me han visto, otros no. Pero he vuelto.

Me preguntan si ya me acostumbré. Pero en verdad no hay mucho a lo que acostumbrarse. A que me levanten temprano a lo mejor. Pero a eso estoy resignada.

No tengo mucho que decir. O a lo mejor sí, pero no sé qué. Sólo quería dejar constancia de que he vuelto. Así que... supongo que nos veremos... No veo por qué no...

Eso. Nos vemos...

05 mayo 2008

Empatía

Empatía, según la Real Academia de la Lengua Española, es la "identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo del otro". Otra fuente dice que la empatía es "la capacidad de poder experimentar la realidad subjetiva de otro individuo sin perder de perspectiva tu propio marco de la realidad, con la finalidad de poder guiar al otro a que pueda experimentar sus sentimientos de una forma completa e inmediata."

Nótese que lo destacado menciona lo que el OTRO siente. Nada dice de tratar de hacerlo cambiar. Nada dice de cambiar sus sentimientos por lo que tú supones que el otro debiera sentir, o como a ti te gustaría que se sintiera. A lo más sugiere la posibilidad de ayudarlo a hacer catársis. Aunque si entiendes al otro, sabes cuándo es necesaria esa catársis y cuándo simplemente dejarlo en paz.

Yo sé que tú te lo vas a tomar en la onda personal... Y sabes que te hablo a ti. Solamente quisiera que tú y el resto del mundo que pretenda tomarse la molestia de leer esto entienda que no se trata de levantarme el ánimo. Que tengo el derecho de tener lata, o de no querer hablar de ello. Que tengo el derecho de no querer volver y perder lo que he ganado. Y que tengo derecho a lamentar mis pérdidas. Y eso no significa que caeré en la depresión más profunda... Estar siempre alegre me haría una persona totalmente anormal. Lo sano es adaptarse a las circunstancias, y así como hay momentos para estar alegres, también hay momentos para no estarlo. Eso es todo. No es la gran cosa.

Este es un minuto en que simplemente no me siento completamente feliz. Y no es que haya perdido de vista las cosas positivas de volver, que hay muchas. Pero lo cierto es que también es duro tener que enfrentar mis circunstancias nuevamente, cuando es mucho más cómodo "ser" sin restricciones. Tengo el derecho de lamentar que perderé mi libertad. Y no necesito que me levanten el ánimo o me den consuelos insignificantes y sin sentido. Es como discutirle a un agonizante que no debe sentirse mal por ello. Está en su derecho. OK... el ejemplo es un poco extremo, pero es la verdad. Seamos más leves. Si alguien se enferma, es natural que se sienta triste y mal por un tiempo. No es fácil, y todo el mundo lo entiende. El punto es que en agún minuto tiene que decir "c'est la vie" y seguir adelante. Pero si nunca pasa por el periodo de duelo, tampoco puedes decir que eso es saludable. Sería extraño que le anunciaras a alguien que tiene cáncer o algo así y te respondiera con una sonrisa de oreja a oreja, de buenas a primeras "¡cool, me alegro que haya quimioterapia!". Y si se siente mal, le dirás que todo estará bien, que no se preocupe, y lo dejarás un rato tranquilo para que lo asimile, y no disturbarlo, pero tampoco esperas que la persona inmediatamente reaccione, sonría y te diga "¡¡oh, tienes razón, no hay nada de qué preocuparse!!". Probablemente pienses que es un maniaco que tiene algo planeado, o que simplemente no entendió lo que le dijiste.

Como sea. Me carga que me digan que no tengo que sentir lo que siento. Que me nieguen mis periodos de duelo. Detesto que me pidan explicaciones, porque si no las doy es porque no las quiero dar y punto. Sé que tus intenciones son buenas, pero a veces simplemente quiero cambiar el tema. ¿Será que es tan dificil de entender?

01 mayo 2008

Small Town Girl

Estoy escribiendo desde London, Ontario... Una pequeña ciudad a dos horas de Toronto. Desde que dije que venía para acá, e incluso los mismos lugareños, no han parado de preguntarme si tengo parientes acá o algo así. Necesitan una explicación, porque aparentemente no les cabe en la cabeza que alguien quiera venir acá porque sí. Cuando les explico que sólo tomé el mapa y seleccioné un lugar al azar, me miran con cara de "aaaaaaaaaaah... mmm... no entiendo..."

Una lugareña me dijo que durante el año académico era entretenido por la población universitaria del lugar, pero ahora que la clases terminaron "no hay nada que hacer". Y no sé cuál es la maldita manía de la gente de ir a lugares a "hacer" algo. ¿Por qué es que la gente no puede ir a lugares simplemente a "estar" o, mejor aún, a "ser"?

Siento desconcertarlos. Pero a pesar de haber nacido, y vivido toda mi vida en la capital y ahora, por cuatros meses, en una gran ciudad como Toronto, siempre he preferido las ciudades pequeñas. Nunca me han gustado los tumultos, nunca me ha gustado estar donde están todos, y siempre he preferido estar en mi onda, en mi mundo, e incluso sola... Evito las muchedumbres, no voy a conciertos, y detesto que los desconocidos me toquen o me empujen a causa de la falta de espacio. En las pequeñas ciudades hay menos gente, más espacio, más aire...

Por otro lado me encanta pertenecer a espacios familiares, y tener rutinas amigables. Como que te conozcan en el supermercado, o en el restaurant. El concepto de pedir "lo de siempre" es una especie de sueño dorado.

Creo que también es la razón por la que me encanta mi universidad. Pequeña, amigable y cordial. Un micromundo en el que todo es familiar y simple. Menos complicado. Con menos presión.

Quisiera poder vivir en una pequeña ciudad algún día. Una con menos aires de grandeza. Una en que no importe que no tenga nada que hacer. En que pueda sentarme en la plaza o en una banca cualquiera sin que me pregunten "qué estoy haciendo". La gente debería olvidarse de ese concepto conmigo. Yo no hago nada. O hago todo. Hago lo que quiero. Ahora mismo hice un descanso porque estoy traduciendo un libro de marketing completo. Estoy haciéndolo. Pero por que quiero. Es totalmente diferente. Es casi como "no hacer haciendo". Es de puro ociosa. Un ocio bien canalizado, en todo caso.

En fin. Llego a Santiago el martes en la mañana. Nos vemos pronto!

25 abril 2008

Voto por no complicarse la existencia


Es extraño el cómo soy. No es que sea la media novedad. Pero hasta yo me sorprendo a veces. No sé qué pasa con mi sensibilidad. Es como que estuviera encerrada y destinada sólo para ocasiones especiales. Y el resto del tiempo, simplemente se queda dónde la dejé para que no intervenga en mi línea de pensamientos.
Será que soy demasiado práctica. O quizás que soy tan operada de los nervios, que mi lógica indica que nada importa demasiado. Quizás me pongo el parche antes de la herida y escondo esa parte sensible de mí para que no sea "inevitablemente" herida. Y la escondo tan bien, que a veces ni yo misma sé dónde la escondí. Mi punto es que hay ciertas cosas que deberían afectarme. Y no. Me sorprendo a mí misma al descubrir que no me importa un cuezco. Y lo lógico, según los "estándares sociales" es que me debería importar. Pero tampoco me importa lo que digan esos famosos estándares. O lo que otra gente piense respecto a nada. Creo que cada uno debiera ocuparse de sus propios asuntos y dejar al resto en paz.
No sé... suena a que soy una alienada o algo así. Y quizás lo soy en cierta medida. Es que en general, y sin ofender, encuentro a la gente tan... ABURRIDA. Y molesta. Se preocupan de tantas tonteras... hacen tormentas en vasos de agua, lloran con películas, están siempre tan pendientes de "encajar", de lo que el resto piensa... Parte de mí no lo entiende. Otra parte de mí lo racionaliza considerándolos seres dependientes e inseguros... lo cuál no es muy halagador... y tampoco me hace desear involucrarlos más de lo conveniente en mi vida.
Es tan difícil encontrar a alguien realmente complejo. Alguien con una profundidad mayor a la de una almeja. Y lo divertido es que esa gente "compleja", resulta mucho más simple que el resto. Porque no se calientan la cabeza. Porque hacen lo que quieren, cuando quieren y no vienen con segundas intenciones, ni dicen algo que no pretenden decir en verdad. Son fieles a ellos mismos. Y son capaces de entender una verdad tan compleja como que la vida es tan simple como nosotros permitimos que lo sea...

31 marzo 2008

Se ofrece servicio de espátula a quien lo requiera


He estado pensando en las relaciones de pareja. Demasiadas cosas vienen a mi mente. La mayoría de las cosas que he aprendido al respecto, se basan en la observación y análisis de las experiencias ajenas. Nunca he tenido mucha suerte en este aspecto...

Veamos un breve recuento: el niño que me gustó entre kinder y segundo básico, jamás me pescó; mi "primer beso" a los 8 años, fue producto de la curiosidad infantil y el deseo de saber, sin ni pizca de romanticismo, y además él estaba declaradamente enamorado (o tan enamorado como se puede estar a los 8 años) de otra niña... y después de eso, le bajaron las timideces, y me evitó para siempre... ; después, como a los 11 o 12, creo que el sentimiento era mutuo, pero nunca dijimos o hicimos nada al respecto; a los 12, se me declararon, y yo no tenía ni un interés en el susodicho; nos saltamos a los 14, en que el interés también fue mutuo, pero aunque se dieron las oportunidades, fui una maldita cobarde y no me atreví a dar el beso pedido; ni hablar de los 15, 16, 17 y los años en adelante, cuando conocí al único que puedo catalogar como el amor de mi vida y que me quedó penando por 9 años... y aún ahora, a veces me pregunto si en verdad lo purgué del todo; todos los que vienen después, un poco más de lo mismo: me gusta, no le gusto, o le gusto y no me gusta, o nos gustamos y no pasa nada. Woo-hoo... lucky me...

Cuento aparte son mis relaciones "oficiales" con pololeo incluido, sólo dos en 25, casi 26 años de vida... ambas iniciadas por las razones incorrectas, ambas acabadas con algún grado de alivio de mi parte, y ambas duraron menos que un candy... aunque a ratos se me hacía eterno.

Revisemos esos dos magnos eventos, y, por favor, los expongo sólo como objeto de análisis, no por pelar. De todas maneras las relaciones están cortadas con ambos, así que dudo que lleguen a leer esto. Pero en caso de que lo hagan, lo siento mucho, y si les molesta, lo siento más.

Mi primer pololo. Eramos amigos. Ibamos al cine juntos, aunque él solía dormirse casi todas las veces. Cuando me pidió pololeo, lo hizo de forma tan casual, que realmente no atiné a que me estaba pidiendo pololeo. Le dije que sí, sin saber que le estaba diciendo que sí. Para cuando me di cuenta, me estaba dando un beso, y mi pensamiento fue "Oops... parece que la embarré... pero en una de esas... somos amigos y lo aprecio... a lo mejor resulta". Lección N°1: no resulta. A los tres meses, ya no lo aguantaba. Quiero decir, cuando éramos amigos, nos veíamos los fines de semana y no tenía que aguantarlo cada maldito día. Y lo siento, pero la paciencia no es uno de mis puntos fuertes. Y yo no sé si estaba enamorado, pero parece que sí. Pregúntenle a él, no a mí. Debo decir que en todo caso, sentí mucho el arruinar esa amistad, y el hacerlo sufrir. No me gusta herir a nadie, pero lo cierto es que ya no podía seguir...

Muchas cosas pasaron entre medio. Me liberé de varias trancas, fui libre, y analicé hasta dónde estaba dispuesta a llegar. Y entonces para variar, caí rendida ante un tipo que nunca supe qué diablos quería de mí... Que a veces parecía que sí le gustaba, que a veces parecía que no... y era la clase de hombre del que podría haberme enamorado si hubiera tenido la oportunidad. Todo esto, coincidió con otros grandes cambios en mi vida, y el resultado: me encontré sola, frágil y carente de afecto... Consecuencia: caí con el primer tipo que pareció quererme un poco, también conocido como mi segundo pololo.

Es tonto, pero la verdad es que me hirió bastante... no es que estuviera enamorada, pero estaba frágil, y mi autoestima no estaba en el nivel normal. Así que él, supongo que sin querer (o eso espero) me manipuló victimizándose, culpándome por todo, hiriéndome más y más en el proceso. Sostendré hasta el fin de mis días, que lo que él sentía no era amor... era tan solo necesidad. Y yo, en mi extraña combinación de fragilidad y fortaleza, me vi exigida a ser fuerte para él. El lado negativo: terminé agotada emocionalmente y con más problemas de autoestima que antes, pues nunca parecía ser lo suficientemente buena para él. El lado positivo: me sirvió para construir la suficiente fortaleza de ánimo como para preguntarme qué diablos estaba haciendo con este tipo a mi lado. Nuevamente hice sufrir a alguien más, nuevamente lo sentí mucho, pero... qué diablos... el papel de víctima le sienta mejor a él que a mí...

Después de eso, nada... más desventuras amorosas y ya. Y creo que en verdad estoy un poco harta de tener que lidiar con ello. Sería todo mucho más fácil si quedara en el plano racional sin involucrar confusas emociones. Hacer lo que conviene hacer, elegir correctamente, ahorrarse equivocaciones y penas. O simplemente, pasarla bien. Pero supongo que todo es parte del crecer. O eso dicen. Al menos tengo de mi parte una mente demasiado analítica como para no aprender de mis errores. O de los ajenos. De mi última relación aprendí que no debo involucrarme con nadie si no estoy bien primero conmigo misma. Supongo que ese es el quid de la cuestión. Y encontrar las razones correctas, las personas correctas, que el sentimiento sea mutuo, no manipular, ni dejarse manipular. Uff... Es más complicado de lo que suena, lamentablemente.

Lo bueno, es que siempre hay alguien con quien contar... un hombro en el cual llorar, un confidente, un amig@ que te apoya y te recoge con espátula desde el suelo donde quedaste tirado, si es necesario. Y que pase lo que pase, nunca te deja solo. Supongo que de todas estas desventuras, lo mejor que he sacado, es que puedo ser esa amiga, porque si hay alguien que entiende cuando las cosas no resultan o no salen como se planeó o soñó, esa soy yo. Así que, si alguien lo necesita... tengo la espátula lista (sirve para pegar "espatulazos" también, por si acaso...)

Suficientes divagaciones por hoy. Besos a mis amigos

19 marzo 2008

Razones por las que necesito un peluche ahora


1) Porque son abrazables y acariciables.
2) Porque son lindos.
3) Porque son decorativos.
4) Porque no tengo ninguno acá.
5) Porque no importa lo lindos que sean, nunca salen con otras mujeres.
6) Porque quiero.
7) Porque no hablan.
8) Porque cuando estás chata, los puedes tirar lejos, sin que se rompan, enojen o importe mucho, pero ayuda a liberar tensiones.
9) Porque no importa lo ocupada que estés, y lo poco que lo pesques, cada vez que quieras lo encontrarás esperándote en tu cama, silla o donde sea que lo hayas dejado.
10) Porque jamás revelarán tus secretos.
11) Porque soy un poco infantil (y no me discutas).
12) Porque no hay que alimentarlos.
13) Porque permanecen contigo para siempre, con tal de que los trates medianamente bien (no hay que arrancarles los brazos, o los ojos, o cosas así... basta tirarlos contra la pared)
14) Porque pueden ser usados como proyectiles contra otras personas sin causar daño.
15) Porque no se enferman.
16) Porque a lo más te pueden dar alergia si acumulan mucho polvo, y eso se soluciona echándolos a la lavadora.
17) Porque nunca les importa cómo te veas.
18) Porque puedes dormir con varios de ellos, alternarlos y cambiarlos, y no queda el pelambrerío.
19) Porque no esperan nada de ti.
20) Porque no se pasan rollos.
21) Porque sí.

16 marzo 2008

Llorando por mis antojos


Sí... ya sé lo que van a decir: que no he escrito nada desde enero, que no doy noticias, y cuando se me ocurre escribir, no cuento nada de lo que he hecho. Lo cierto es que esta es la razón por la cual jamás logré llevar un diario de vida. Soy incapaz de llevar un recuento escrito de lo que he hecho o no, porque (a) generalmente no hago nada y no tengo nada que contar y (b) cuando hago cosas y tengo algo que contar, estoy muy ocupada haciéndolo como para escribir sobre ello. Por eso me gusta más escribir sobre las intrascendencias de la vida, en mis momentos de ocio... Y si no les gusta, pues, más que nada... es una lástima...

Establecido el hecho de que no les voy a detallar dos meses de mi estadía en Canadá, voy a comentar que son casi las 5 de la mañana... Y se preguntarán qué hago escribiendo tonteras a las 5 de la mañana de un día domingo. Pues la respuesta es que soy una atravezada. La noche del viernes pasé de largo. Y no, no fue carreteando... No, tampoco fue estudiando... La verdad ni yo sé qué pasó esa noche... Los hombres grises de Momo me están robando el tiempo... Me quedé haciendo pequeñas cosas en el computador (nada muy importante), y viendo tele, cuando de repente, me di cuenta que eran las 9 de la mañana... Un poco antes de las 10 estaba que me caía de sueño, y me fui a dormir.

Para cuando desperté, ya era domingo, pasaditas las 12 de la noche, y me quedé un rato flojeando, media desorientada, hasta que llegué a la conclusión que era domingo, y que tengo que arreglar mi horario, porque mañana lunes tengo que juntarme con un tipo a las 10 de la mañana, y además no puedo vivir de noche para siempre... Y mientras pensaba todo eso, en mi momento de semi-depertar, me di cuenta de que tenía unas ganas locas de comer pan de cebolla...

Y qué quieren. Si me conocen, saben que soy una tentada. En todo sentido. Para ser honesta, rayo en lo malcriada. Cuando me asalta un antojo, tengo que satisfacerlo. Quiero lo que quiero y no otra cosa, y más encima, lo quiero al tiro, porque no me gusta esperar innecesariamente.

Con la comida es medianamente simple... si es comprable, voy y compro lo que quiero comer, aunque tenga que viajar largas distancias para conseguirlo, o buscar en varios sitios. O si no, como ahora, voy y cocino. Lo divertido es que a veces amanezco con antojos de comer cosas que ni siquiera me gustan... En más de alguna ocasión muero por comer espinacas, que me cargan. Supongo que es mi cuerpo que exige alguno de sus componentes. A lo mejor es de puro extraña que soy, nomás...

Y bueno... hoy quería pan de cebolla. Busqué la receta, y lo hice. En este minuto está en el horno. Pan de cebolla y orégano. Se suponía que tenía que procesar la cebolla, pero no tengo procesadora, así que sólo la piqué bien finita, y me la lloré toda. Pero bueno... a veces hay que pagar el precio para tener lo que se quiere.

Tengo que ir a sacar el pan del horno. Si les interesa, de ahí les cuento cómo me quedó...

Saludos. Los extraño. No a todos. Sólo a los que se me antoja... ;)

17 enero 2008

Qué ha sido de mí...

Sí, sí... he sido una ingrata, y no he contado nada más desde que entré a clases... lo sé... pero es que realmente han sido días intensos. Pero después de una noche de sueño reparador (y después del reclamo de mi hermano) me parece justo actualizarlos sobre mi vida.

Veamos. Seamos ordenados; hagamos mini-capítulos:

Día 1. Primer día de clases.

Como ya saben, me levanté una hora antes, escribí hasta que me tocó irme a clases, y partí. Llegué, y todavía faltaba un ratito, y como la sala estaba ocupada me senté en un cómodo lobby a esperar. Cuando fue la hora, entré a la sala y me senté, como la alumna aplicada y responsable que soy, en la primera fila.

Era clase de Macroeconomía Intermedia II, que en teoría se parece a mi curso de Macroeconomía. La dicta un profesor de origen italiano, muy agradable, que hace puros ejemplos con pizzas y pastas. OK, llámenme chauvinista... Fue una clase explicatoria del programa, más una breve clase introductoria, tras la cual me dirigí a mi segunda clase: estadística II. A la salida un tipo se me acercó - de esos que no faltan en ningún lugar del mundo - para conversarme y me acompañó hasta casi llegar al edificio donde tenía mi otra clase. Y antes de que se pasen rollos, no es mi tipo...

La clase de macroeconmía era normal, unas 40-50 personas, lo cual considero razonable... En cambio, la clase de estadística II... uff... más de 150 personas en un auditorio. Me senté nuevamente en primera fila, al lado de una niña de origen asiático con la que me puse a conversar. Empezó la clase, que también fue básicamente lo mismo que la anterior (programa e introducción) pero el detalle es que el profesor es de origen Indio (de la India) y tiene un acento, que se le entiende la mitad de lo que dice: dice "van" en vez de "one" y "ve" en vez de "we".

Aunque en realidad lo peor no fue el acento, sino el hecho de que me di cuenta que mi curso de estadística I del semestre pasado, no me iba a servir de absolutamente nada. Menos mal, que sí hice estadística en medicina, así que algo sé... pero, el detalle es que en medicina estudié estadística por allá en el 2001-2002, y por lo tanto no lo tengo tan fresco en la memoria.

El profesor pidió que formaramos grupos para las futuras tareas, y la niña asiática con la que había estado conversando me invitó a formar parte de su grupo.

La tarde la pasé en la lavandería, mucho rato. La buena noticia: mi ropa quedó intacta.

Día 2. Más clases

Partí el día a la hora correcta esta vez, y fui a mi primera clase de finanzas. Es grande también, pero amé a mi profesor. Es divertido y dinámico. Su clase me gustó harto. No hubo laboratorio así que tuve 2 horas libres antes de mi siguiente clase. Almorcé, y fui a la tienda de libros usados a comprar el libro de estadística (igual me costó 70 dólares... auch), en el que por suerte se incluyen los capíulos del primer semestre de estadística.

Llegué a marketing, el cual es de partida un ramo que no me llama la atención, pero tampoco es taaaan fome. Supuestamente la clase termina a las 6, pero terminamos como a las 4 y media o algo así.

Volví a mi hotel, comí, y me acosté.

Día 3. Estadística y carrete

Dormí hasta tarde, me salté el desayuno, y me dediqué a estudiar estadísticas, desde el capítulo 1. La meta era de ahí al martes era estudiar los 7 capítulos correspondientes al semestre pasado, más el primer capítulo correspondiente a este semestre. No me estaba concentrando mucho, así que me empecé a hacer un resumen en el computador. Lo bueno es que descubrí el editor de ecuaciones en word, con lo cual puedo escribir el símbolo de promedio, y hacer ecuaciones que estén divididas. Yo y mis obsesiones por la perfección.

En la tarde, después de la comida, surgió el panorama de ir a este pub, en el que hay un piano, y un tipo toca y canta a pedido. Tenía clases a las 9 al día siguiente, pero decidí salir de todas maneras. Fue muy agradable, y entretenido. Incluso bailamos un rato, aunque no era un lugarpara bailar. Y el tipo del piano, era seco.

Día 4. Brf, y Salsa!

Me levanté a las 7, a pesar del carrete de la noche anterior, llegué media zombie a clases de Macroeconomía, pero no había nadie. De a poco empezaron a llegar, después de que había revisado mi horario, el programa y el mapa como 5 veces para asegurarme que estaba en el lugar correcto. Llegó como la mitad de la clase, pero extrañamente, el profesor no aparecía. Alguien llamó a un amigo, cuando supuestamente ya estabamos como 15 o 20 minutos tarde, y se enteró que el profe había avisado que a clase se cancelaba porque estaba enfermo. Lo había anunciado en el intranet a último minuto, así que nos podíamos ir.

Comentando nuestra lata con un chico de ahí (que TAMPOCO es mi tipo) nos pusimos a conversar, y me invitó un helado. Después nos despedimos, y yo llegué a tratar de estudiar estadística de nuevo, pero tenía tanto sueño que me dormí una siesta. En la noche habíamos quedado de ir a un club de salsa, así que debía reponerme.

En la noche fuimos a ese lugar y bailé hasta que me dio puntada.

Día 5. Saint Lawrence Market, Bahía y Baile

Fuimos a un mercado a que nos hicieran un tour. Es uno de los lugares más antiguos de Toronto, y nos hicieron un tour, nos hicieron degustar algunos productos canadienses, recorrimos el mercado y fue muy interesante.

Con Robi (un italiano chiflado que me cae muy bien), Inge, Sofie (unas alemanas que les gusta cantar en los lugares más insólitos a toda boca), Ashley (la australiana que vive en mi hotel) y Arie (un francés) fuimos a la bahía también. Aunque eso fue antes del tour por el Saint Lawrence Market.

Después del mercado fuimos a un pub que se llamaba Scotland Yard, y en el camino, Robi me pasó el teléfono para que hablara con su mamá (plop). Simpática la señora, y es bueno saber que mi italiano no esta tan oxidado.

En la noche, fuimos a una disco que se llama Picadilly Circus, aunque antes tratamos de celebrar el año nuevo ortodoxo (Ashley nació en Rusia, y por lo tanto su familia es ortodoxa), y por eso fuimos a un pub ruso, que de ruso sólo tenía una extensa carta de vodkas y meseras con gorritos de la unión soviética.

Al final de la noche estaba muerta de cansada y sólo quería dormir hasta mediodía del día siguiente.

Día 6. Estadística

De hecho lo hice. Y luego me dediqué a estudiar estadística todo el resto del día hasta como la 1 de la mañana.

Día 7. Estadística again.

Sí. Estudié todo el día de nuevo, hasta las 2 de la mañana, para el día siguiente. Casi cumplí la meta. Me estudié los 7 capítulos del primer semestre. Pero el 8° era demasiado a esas alturas. Sólo me leí como la mitad.

¿Mencioné que odio a mi profe de estadística del semestre pasado?

Día 8. Sueño, banco y sacar la vuelta

A pesar de los múltiples trasnoches, me levanté a las 7 de la mañana. En clases de macroeconomía, luché contra las cabezadas, porque el sueño me embargaba. Creo que tenía los ojos vidriosos de sueño.

En estadística igual. aunque por lo menos me sentía bastante preparada para enfrentar la clase.

Después, pasé a la oficina a ver a mi coordinadora, porque por fin había llegado mi cheque de la beca. Después de almuerzo lo pasé a buscar con ella, me acompañó a sacarme la foto para obtener mi carnet de estudiante (y ya lo tengo! te lo entregan de inmediato... eso es eficiencia), y luego fuimos a abrir una cuenta en el banco. Los bancos resultaron no ser tan eficientes. De hecho, si depositas un cheque, sólo lo liberan 5 días hábiles después. Pero por ser de Ryerson, sólo necesitaban la autorización y al día siguiente podían liberarlo.

Después de esos trámites, todavía necesitaba estudiar como 4 capítulos de finanzas para el día siguiente, pero no tenía el libro ni la plata como para comprarlo (costó como 140 dólares) así que fui a la biblioteca. Sólo estaba en colección de reserva, por dos horas, así que me indicaron dónde quedaba la fotocopiadora. Y, oh sorpresa, es autoservicio. Pregunté dónde podía encontrar otra en que me atendieran. Fui, pero el tipo estaba demasiado ocupado, así que me enseñó a usar la máquina (también era modalidad auto-servicio, con la posibilidad de ser atendida) así que fotocopié 117 páginas perfectamente, y luego devolví el libro.

De vuelta en el hotel sólo saqué la vuelta mucho rato, y cuando me puse a leer estaba tan cansada que decidí dormir y despertar una hora antes, para tratar de leer los capítulos en la mañana.

Día 9. Finanzas, Marketing, Banco, Libros y Lavandería... Uff

Obviamente no alcancé. Menos mal que la ayudantía era con cuaderno abierto, y si hubiera sabido, sólo me habría estudiado el cuaderno, y el capítulo 4 para la clase.

A la hora de almuerzo, la pasé en el banco, depositando el cheque, activando la tarjeta, y sacando plata. Almorcé en dos minutos y fui a clases de marketing, donde nos hicieron un test evaluatorio.

Al terminar la clase, fui a comprar los libros, y lamentablemente el de finanzas tiene que ser nuevo porque tiene acceso a un programa de internet que usamos, y el de marketing no estaba en libros usados.

Luego volví, fui a la lavandería, puse un tope en la puerta para evitar que cerraran la puerta (la cierran como a las 9 y media), pero alguien lo sacó, así que mi ropa aún está en la lavandería, por lo menos la mitad, que seguía húmeda y puse de nuevo en la secadora. Debería ir a rescatarla.

Día 10. Hoy

Dormí hasta las 11. Tengo que ir a la lavandería a rescatar mis camisetas, ducharme, vestirme, ir a pagar el hotel, almorzar e ir a la biblioteca a hacer un tour por ella, con una de las bibliotecarias. Hoy en la noche, vamos a ir a comer a Little Italy.



Eso. Espero que esto sea suficiente. Tienen una entrada kilométrica que leer, si querían saber de mí. Como para que se aburran un rato.

08 enero 2008

Updates

Llevo días diciéndome que tengo que escribir esto, pero no había encontrado el momento, ya sea por cansancio o por tener otra cosa que hacer. Pero como ahora tengo una hora de tiempo que gastar (ya les diré el porqué) aprovecho de ponerlos al día.

Primero, para el que no se había dado por enterado, estoy en Canadá. Y esta entrada en particular, tratará de cómo llegué y mis primeros días acá. Si no están ni ahí, entonces... ¿¿¿para qué diablos se metieron mi blog??? Dicho eso, continuemos.

Viajé el día 2 de enero. Ese día en la mañana tuve que hacer las últimas compras, y creo que ya había mencionado algo de eso. En la tarde, me puse una camiseta manga larga, panties y pantalón de cotelé, dispuesta a mi viaje en avión y a morirme de calor en el trayecto al aeropuerto. En el camino recibí un par de llamadas a mi cel, a modo de despedida, y a cualquier rezagado o despistado, les advierto que ahora mi cel lo tiene mi mamá.

Envolvimos las maletas en Alusa Plast, y las fuimos a registrar a la aerolínea. Pesaron justo lo que tenían que pesar. La maleta grande pesó 22,9 Kg, y no podía pesar más de 23. Buen cálculo.

Esperé un rato, me despedí de mis papás y mi hermano, y pasé por policía internacional, cargada como bestia, con un bolso de notebook (laptop, me tengo que acostumbrar a llamarlo laptop...) que pesaba 7 kilos y un "pequeño" bolso de mano de 4 kilos. Ahí la señorita que me atendió, por coincidencia, se llamaba Magdalena y había nacido como el 10 de julio o algo por ahí... Coincidencias de la vida. Quiero tomarlo como un buen indicio.

Después pasé por aduana, declaré mi notebook, y me fui a sentar a esperar que abrieran la puerta del avión. En realidad a que llegara también, porque todavía no daba ni señales. Ahí me senté a hacer sudokus y sopas de letras por un buen rato.

Finalmente abrieron la puerta y tuve que hacer la cola para entrar con 11 kilos a cuestas, y me tocó un asiento cuyos compartimientos superiores tenían suministros y cosas de primeros auxilios, así que tuve que ponerlo al frente, donde apenas cabía. Me tocó sentarme al lado de una señora que iba con cara de "no quiero hablar" e iba haciendo una lista de cosas como "llave de agua abierta, gotera de noséqué, puerta sin llave" y puras tragedias y olvidos por el estilo. No es que sea sapa, sólo quería saber si hablaba en español o inglés. Para la hora de la comida cruzamos un par de palabras, cuando, en vista de que se estaba quemando los dedos tratando de abrir la comida, le sugerí que lo sujetara con la servilleta y abriera el alusa foil de arriba con el cuchillo. La gente tiene poca visión para las soluciones prácticas...

Ví una película, dormí como una hora, y no sé qué me poseyó, pero no pude dormir más. Usualmente no tengo problemas, pero esta vez fue imposible, así que me puse a ver otra película. Después vi un capítulo de Two and a Half Man y entonces tuve la mala idea de poner música y la pantalla se quedó pegada, así que saqué mis sudokus y sopas de letras otra vez. Me dediqué a mirar por la ventana como las últimas dos horas, a ver las lucecitas de abajo, tratar de adivinar dónde estaba, y auto-convencerme de que iba a estar en Canadá por los próximos 4 meses y medio, y que era real. No tuve mucho éxito en eso.

Llegué al aeropuerto, caminé mucho rato, hice una cola enorme con mis 11 kilos nuevamente a cuestas, para pasar por policía internacional, y luego una segunda cola lentísima para inmigración. Esa fue horrible, porque la gente es tan imbécil, que llega a las ventanillas para descubrir que no trajo todos los papeles, y los pobres seres humanos que trabajan ahí tienen que tener la buena voluntad de lidiar con los idiotas y solucionarles el problema en la medida de lo posible. Eso hace que uno se demore siglos en pasar.

Por fin terminé, pagué un maletero para que me ayudara, tomé un taxi, y salí a Toronto, con un frío endemoniado. Lo primero que me llamó la atención, fue la cantidad de chimeneas encendidas, aunque dadas las temperaturas es natural. Igual es una ciudad linda. Estaba toda nevada, y pasamos cerca de la costa. Me gustó.

Llegué al hotel donde viviré por un tiempo, no pude entender cómo funcionaba la ducha, así que me lavé, me presenté a los encargados, y me fui a ver a mi coordinadora de la u. Después me perdí un rato tratando de encontrar la oficina de asuntos internacionales, que estaba recién cambiada, y resultó estar al lado del edificio donde había ido a ver a mi coordinadora y en el cual estudiaré por los próximos cuatro meses. Después fui y compré 3 frazadas y un plumón, una bajada de baño y una toalla en Sears, y me pidieron un taxi para volver porque apenas tenía manos para las tres enormes bolsas.

Ese fue básicamente mi primer día. Durante mi segundo día, me levanté y fui a mi "Día de Orientación" donde nos dieron la bienvenida, nos explicaron algunas cosas, comimos pizza, nos conocimos con algunos de los otros alumnos de intercambio, hicimos un tour por el campus y terminamos en un pub cerca de mi hotel. Ahí conocí más gente, y quedamos de juntarnos en una residencia donde está gran parte de los intercambistas esa misma noche. Conocí dos chicos australianos que se están quedando a dos puertas de la mía, y decidimos irnos juntos.

A todo esto, mi compañera de pieza aún no había llegado, pero me había llamado mi primer día para darme la bienvenida y decirme que llegaría el domingo.

Ahora... ¿en qué iba? Ah, sí... el carrete de la noche del 4. Fuimos a Neil Wycik, que es la residencia, y es un ASCO. Son como minis departamentos, con 5 o 6 piezas, una cocina y un living en común. Lo primero que vemos es una trampa para ratones en un rincón, y nos dicen que no nos sentemos en el sofá porque no saben qué puede haber ahí. Ugh. Las chicas contaron que cuando llegaron no tenían ni camas. Sólo unas cajas, y unos "colchones" llenos de hoyos. Obviamente, se los cambiaron. Más encima, los compañeros de departamento, se habían ido por las vacaciones, y dejaron todos los platos en el lavaplatos sin lavar. Un asco en verdad. Cuando llegó otra niña, sugirió que nos fueramos a su departamento, que resultó bastante más decente. Supuestamente era una junta para tomar algo antes del carrete, pero en vista de que nadie llevó nada, fue sólo conversación... A mí no me afecta, total yo no tomo. Fuimos a bailar, y todos odiaron el lugar, así que fuimos a un bar, y terminamos en el pub que habíamos ido por la tarde. Como a las 2 a.m. cierran, así que nos devolvimos al hotel.

Al día siguiente teníamos el día del tour. Sin embargo, nuestro almuerzo con los chicos australianos y otra chica, también australiana que se queda en el hotel, duró más de lo presupuestado, por lo cual llegamos 20 minutos tarde, y ya todos se habían ido. Nos encontraron los organizadores, nos dieron la lista de actividades (era como una búsqueda del tesoro) y con Ashley, la chica australiana, decidimos ir a hacer unas compras "rápidas" y luego encontrarnos con los chicos en una hora. Terminé comprando un set de platos y uno de vasos más un reloj despertador, y Ashley unas botas que devolvió, para comprarse unos botines certificados contra el frío y unos pantalones de ski. Todo esto nos llevó aproximadamente 3 horas, y tomamos un taxi al pub que habíamos estado dos veces el día anterior, y al irnos, los chicos nos ayudaron con las bolsas.

Hicimos un "pre-drink" en la pieza de los chicos, nos juntamos con los otros en Neil Wycik, y cuando los vecinos reclamaron por la bulla, nos fuimos al pub.

Al día siguiente no hice mucho, y me quedé en pijama hasta tarde, descansando. Cuando llegó mi compañera de pieza, que parece bastante agradable, me vestí y fuimos al supermercado. Lavé toda la loza que había comprado el día anterior, porque estaba sucia y polvorienta (sí, yo lavé la loza), comí algo, y luego me acosté como a las 9 de la noche, después de ver tele un rato.

El lunes, me levanté temprano para el desayuno, fui a ver lo de mi cuenta electrónica de la Universidad, hice un reconocimiento de salas, y paseé por al menos 3 malls diferentes. Encontré un MNG, en el mall que se conecta directamente con mi edificio de la universidad (oh, sí... tengo conexión directa al mall) así que estoy frita. Por suerte no quedaban cosas de mi talla.

Volví, comí, y con Ashley y los chicos fuimos un rato a un bar a "probar" la cerveza canadiense (ellos probaron, yo tomé agua). Cuando volví al hotel, accidentalmente cambié la hora del reloj, pero al volverla a la hora, puse las 12 en vez de las 11. Eso significó que me levanté a las 6 en vez de levantarme a las 7, y como no entro sino hasta las 9, decidí aprovechar esta inesperada hora libre para darles la lata.

Ya son las 8. Así que creo que es suficiente. Deséenme suerte en mi primer día.

01 enero 2008

Días de Locura

Me voy a Canadá mañana. En 24 horas ya me encontraré en el aeropuerto presta a despegar...

Han sido días de locura incesante. Correr de un lado a otro, procurando los últimos detalles. Compras de farmacia, perfumería, supermercado, todo para abastecerme con los últimos artículos necesarios para no tener que comprar durante algún tiempo. y definitivamente eso ha hecho que en estos días se haya gastado mucha plata. Además de la avalancha de compras, he tenido que preocuparme de mi apariencia física, y aunque al final nunca alcancé a ir a la peluquería, a estas alturas da lo mismo. Por último, aunque esta parte sí es más agradable, me ha tocado recibir muchos abrazos y visitas de despedida. Una parte de mí sólo quiere irse para descansar un par de días, aunque no es eso lo que haré en mis primeros días en el extranjero.

Hoy hice las maletas entre otras cosas. Tengo el bolso de mano y las maletas (con un leve sobrepeso de un par de kilos) casi listas: me falta un diccionario (tengo, pero mi madre lo considera demasiado grande y no quiere que lleve ese; mañana deberemos ir a hacer lo que, espero, sea mi última compra en Chile por un buen tiempo), algo para entretenerme en el avión (mi revista favorita ya no la traen a Chile... buuuuu), más algunos detalles de última hora que agregar al bolso de mano, como el cosmetiquero, el cepillo de pelo, cepillo de dientes, entre otras cosas, que deberé esperar a meter en el último minuto.

Lo divertido fue que después que ya tenía armada mi maleta, me di cuenta que no tenía ropa pa irme mañana... Al final improvisé una tenida de avión, porque igual había dejado algunas cosas en el clóset.

Han sido días estresantes. Y lo mejor de todo, es que creo que aún no dimensiono el hecho de que me voy... por un poco más de cuatro meses, estaré sola, libre, independiente, a miles de kilómetros de mi país de origen. Me han preguntado si estoy nerviosa. La verdad es que es difícil estarlo si apenas he logrado darme cuenta de lo que haré en 24 horas más, y durante los próximos cuatro meses. Es raro, y al mismo tiempo es bueno, y agotador...

La próxima vez que escriba, lo haré desde un país diferente, en una habitación hasta ahora desconocida. Probablemente ya no me vean en persona hasta mayo... Así que... NOS VEMOS EN MAYO!!