06 enero 2012

Sobre Teléfonos, Llamadas y Celulares



Esta es una declaración de principios (a mi manera, claro): ¡odio... los... teléfonos! No es que sea antitecnológica. Estoy lejos de serlo. Mi problema con ellos es que no soporto que suenen. Por alguna razón el timbrecito aquel me crispa los nervios. Especialmente cuando el teléfono no es mío, y nadie lo contesta, así que suena y suena y suena, hasta que me dan ganas de tirar lejos el aparatejo ese y estrellarlo contra la pared para que deje de sonar. No sé por qué es que ese sonido inflama tanto esta pseudo-furia asesina de objetos...

En pro de mi -cuestionable- sanidad mental, mi celular permanece eternamente en modo silencioso. Razón por la cual permanentemente recibo llamadas perdidas un par de horas después de lo que debiera. Siempre me lo reclaman, pero lo siento. No pondré a mi celular un tono audible a menos que sea absolutamente imperioso.

Me han dicho que debiera poner una canción de ringtone para que no me moleste. Pero aun así me parece indiscriptiblemente molesto, indiscreto e inoportuno que el teléfono suene. Eso porque cuando lo tengo a mano, muy probablemente estoy en el computador, así que se vuelve innecesario. Y cuando no lo tengo a mano es porque estoy ocupada. Así de simple.

Pero, OK, asumamos que por uno de esos milagros de la vida y producto de esas conjunciones planetarias que suceden una sola vez cada varios miles de años me llaman y efectivamente estoy en disposición de atender. Aun así, no me gusta hablar por teléfono. Y no es que no me guste hablar en general... Puedo conversarles horas en persona o vía chat. Pero no me pidas que hable por teléfono sin tener alguna cosa en concreto que discutir. Por alguna razón me resulta violento el divagar por vía telefónica. No me nace...

Creo que en eso último puede tener mucho que ver mi madre. En mi casa las paredes tienen oídos. Y bastante agudos. Durante toda mi infancia y adolescencia, antes de que existieran los teléfonos celulares, cada vez que alguien me llamaba por teléfono sabía que me vería sometida a un posterior interrogatorio: que quién era, y qué quería, y por qué, y cuál es el motivo que yo dijera tal o cual cosa, que por qué fui tan cortante o de qué me reí tanto... Y francamente siempre he sido una persona que prefiere mantener su vida privada en privado (irónico escribir esto en un blog, pero si se fijan, en general no hablo mucho de mi vida personal, y las pocas veces que lo hago tiendo a ser bastante críptica y no doy demasiados detalles). El interrogatorio me molestaba y me sigue molestando. Es por eso que con la llegada del teléfono celular si preciso de hacer una llamada la hago cuando estoy sola (léase, como que mi madre no anda cerca). Si ella aparece, la postergo hasta un mejor momento, que puede llegar a ser hasta el día siguiente.

En la oficina me pasa un poco lo mismo. Los cubículos ubicados en una planta libre, aunque son bastante espaciosos, no filtran los sonidos. Ergo, aunque no quiera, me entero de todas las conversaciones de mis vecinos, aunque no lo desee. Sé exactamente el menú de la casa de la persona que trabaja en el cubículo de atrás, he "seguido" todos los preparativos del matrimonio de mi vecino de al frente, y también lamentablemente, sus peleas. Además suelen llamarlo cuando yo volví de almorzar y él aun no... Y el teléfono suena, suena y suena... Tengo el plan "secreto" (o bueno, ya no tanto) de esperar a que él no esté y meterme a su cubículo a bajarle el sonido al timbre del teléfono para que no me retumbe tanto en los oídos. Por lo menos, ya no tengo de vecino al "psicoanalista amateur" que se dedicaba a resolver su vida y la de sus amigos por teléfono, en versión abierta al público.

Cuando apareció el celular lo asumí como una necesidad práctica. Es útil para coordinar actividades concretas, no lo niego. Sin embargo, el semestre que pasé en Canadá deliberadamente no adquirí uno. Y me las arreglé de lo más bien. Con internet, se coordinaba hora y lugar, y ahí llegaba, a la hora y lugar establecidos. No es tan complejo. Y como no tenía a nadie que me hinchara por la hora a la que iba a llegar, o cómo me iba a ir o venir, en realidad no me hacía falta (pensándolo, tampoco lo echaría en falta ahora considerando ese antecedente).

En todo caso, ahora que los celulares cuentan con internet me parecen bastante más útiles. Hasta antes de internet, creo que lo usaba sobretodo para enviar mensajes. Ahora lo uso para revisar Facebook además. No es que revisar Facebook sea una actividad "útil", pero me agrada hacerlo. Es mi versión alternativa a fumar (nunca he fumado, pero cuando toca esperar a alguien en algún lado, y no tienes nada que hacer, siempre he pensado que fumar te mantiene ocupado, y te da una cara alternativa a la de "estoy esperando y me aburro". Pero como no llega a ser una razón suficientemente poderosa como para adquirir ese hábito tan poco saludable, creo que revisar Facebook Móvil se ha transformado en una buena opción, y sin efectos secundarios).

Mi aversión hacia los teléfonos y las conversaciones telefónicas es bien conocida por mis amistades. Sin embargo, este es uno de los pocos trabajos en que no me he visto forzada a utilizar uno como medio laboral. Cuando trabajé en admisión en la universidad, me dedicaba gran parte del día a contestar teléfonos, devolver llamados, etc. Para cuando llegaba la noche, ya soñaba con la frase "Universidad del Pacífico, buenos días/tardes"... Cuando hice la práctica en CORFO pase su buen par de meses llamando a empresas para confirmar datos. En FXCM las ventas se hacían principalmente por teléfono. Es como mi karma. Y no he sido TAN mala... creo...

Cuando me preguntan, siempre digo que los teléfonos cuando me ven sacan dientes y me gruñen. Quizás yo les gruño a ellos. Como sea, les digo ahora... si quieren hablar conmigo, no me llamen... escríbanme!

1 comentario:

Dr_Cucho dijo...

Bueno habitualmente mantenemos nuestro contacto a través de la palabra escrita (de hecho lo veo como una forma útil de estar familiarizado con mi teclado =P)… comparto el hecho de no ser muy “fan” de hablar por teléfono (pero en menor escala), por lo general si estando dentro de un grupo hay que llamar a alguien y soy el que tiene minutos, prefiero entregar el aparato para que alguien más realice la llamada, pero he de reconocer que solo con selectas personas de mi círculo personal puedo estar una buena cantidad de tiempo hablando por teléfono (es el momento de agradecer a mi compañía telefónica con “sus números unidos” y al programa viber para abaratar costos).
Comprendo lo de los molestos interrogatorios, hasta el día de hoy mi madre aún los hace no solo con mis conversaciones telefónicas sino también cuando hablo por internet con alguna persona… lo más molesto es cuando se queda pegada viendo el monitor y no hay forma de despegarla de mi lado sin ser grosero XD…
Para el tema del ruido molesto, no es tan buena idea el poner algún tema musical de tu agrado como “ringtone”, debido a que con el tiempo te cansas de la “cancioncita” y terminas por aburrirte por la monotonía de una buena pieza musical…
En defensa de los teléfonos celulares, me han sido muy útiles para organizar actividades, trabajos e informes inesperados de última hora… cabe destacar que resulta principalmente con mis amistades, con mi familia es más complicado ya que nunca tienen el teléfono a mano cuando es necesario =P…