24 octubre 2008

Expresando ideas en círculos (como ayer)

Después de casi 10 años y medio, después de casi 3 semanas de estar en una montaña rusa de emociones, de no entender qué quería (o entenderlo y no querer confesarlo, ni siquiera a mí misma), de darme mil argumentos en favor y en contra de mis miedos, me encuentro en medio de la más inesperadas de las historias.

Después de reencontrar, tras 8 años, al único hombre que puedo dar el título de amor de mi vida, de 10 años de repasar una y otra vez la historia en mi cabeza, de arrepentirme de todo lo que no pasó y lo que no fui capaz de decir en su momento, de renegar de mi actitud pasiva y conformista, todo cambió.

Después de darme por vencida y elaborar un muy lógico y frío discurso tras el cual escudar mis emociones, de elaborar planes y ensayar discursos, que de toda manera se olvidan al minuto en que deberían ser dichos o hechos, debo tragarme mis palabras y replantear mis planes.

Después de negarme, de plantear mil excusas y justificaciones, de analizar lo que no puede ser analizado, racionalizar hasta que la confusión confundió la razón, terminé aceptando en razón, corazón y confusión.

Después de años imaginando momentos, terminé viviéndolos, y no haciendo nada de lo que tenía pensado, sino simplemente balbuceando y temblando, sin encontrar las palabras, que siempre he considerado mis aliadas.

E igual que ayer, igual que estas últimas semanas, sólo me doy vueltas sin ir al punto. Sin decir que en realidad estoy feliz. Sin contar lo que quiero contar. Sin decir que estoy pololeando, como si al escribir esa palabra en forma pública fuera a despertar y descubrir que en realidad nada pasó... Pero pasó... parece... creo que sí...

Y he estado toda la mañana convenciéndome a mí misma que es real, que es verdad, que no es un sueño, ni una alucinación. He estado toda la mañana confesándome a mí misma que esto es exactamente lo que quería. Que tú eres a quien quería...