16 febrero 2010

Para un pequeño ángel


Hoy te fuiste al cielo, pequeño ángel. Quiero que sepas que te amamos, aun sin llegar a conocerte. Nunca supimos si te llamabas Vicente, o Isabel Margarita. Sin embargo, te quisimos y soñamos.

Apareciste en nuestras vidas de improviso, y de igual manera, hoy nos dejaste solos. Y sin embargo, siempre te guardaremos en el corazón. A pesar del poco tiempo que gozamos por conocer tu existencia, tu impacto fue profundo, y la pena porque te marchaste, cala hondo.

Me hubiera gustado compartir tantas cosas contigo. Te hubiera raptado en cada ocasión que se me hubiera presentado y te habría llevado al zoológico, al cine, a comprar, a comer y básicamente a cualquier lugar que hubieras querido ir. Me hubiera gustado ser tu tía favorita. Ser tu hada madrina.

Hoy te fuiste al cielo, pequeño ángel. La vida, injusta, fue muy corta para ti. Ya nunca sabremos a qué sonaba tu risa, cómo relucían tus cabellos ni cómo brillaban tus ojos. Nunca sabremos si heredaste el talento de tu madre o la estructura de tu padre. Y sin embargo, sin saber nada de eso, te amamos... Y sin embargo, sin necesidad de saber nada, te lloramos.

Tu historia, no estaba excenta de problemas. Contra todas las probabilidades, luchaste por ser concebido. Contra todos los problemas, creciste en el vientre materno por un par de meses. Contra todo y contra todos, luchaste por quedarte entre nosotros. Pero eras muy pequeño, mi lindo ángel, y era muy difícil, y ahora descansas, y te vas al cielo, pequeño ángel.

No pudo ser. Con mucha pena lo digo: no pudo ser... Hoy te fuiste al cielo, mi hermoso, pequeño ángel. Y todos te extrañaremos. Y todos te seguiremos queriendo.

Juega entre las estrellas, afortunado tú, que no alcanzaste a conocer penas ni tribulaciones. Juega entre las estrellas, porque cuando miremos a ellas, nuestro único deseo, es que nos mandes un beso...

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