20 junio 2008

00H

En un lugar muy, muy lejano, en el que ningún hombre ha puesto el pie o posado su mirada, se encuentra el País de las Letras. En él viven todas las letras que existen, de todos los idiomas y todas las culturas. Pero como en todos lados hay que entenderse, las letras de un mismo idioma se agrupan todas en una misma ciudad, y es así como se encuentra la ciudad de las letras chinas, que se entienden sólo entre ellas, la de jeroglíficos egipcios, que se creen tan eruditos, las arábicas, y las letras occidentales, que tienen primos en diferentes idiomas. Es en una de estas ciudades, la del alfabeto español, que se desarrolla nuestra historia.

En esta ciudad viven todas las letras que conoces, desde la A hasta la Z. Pero como te puedes imaginar, todas las letras tienen diferentes carácteres, y no faltaban en la ciudad, como en todas las ciudades y pueblos del mundo, los conflictos y disputas. Por ejemplo, la B es enemiga jurada de la letra N, y por ello jamás las encontrarás juntas, mientras que su hermana V opina que la M ocupa demasiado espacio, y la evita a toda costa.

La más elegante de la ciudad es la U, de la familia Vocales, que se adorna con sus cremillas para ocasiones especiales en que sale a pasear con su novio G y uno de sus hermanos favoritos, E ó I, que van de chaperones. Por otro lado está la Q, que es tan tímida, que no sale de su casa si es que no la acompaña su amiga U, y alguno de sus hermanos favoritos (las malas lenguas comentan que Q está perdidamente enamorada de E, y por eso salen tanto juntos, pero no deberíamos prestar oídos a comentarios tan malintencionados).

En esta ciudad, hay una pequeña casita, entre la de la C y la de las bulliciosas Vocales. La casa es colorida, como la de toda la ciudad, con ventanas azules y paredes amarillas, pero en esta casa hay algo que es diferente a todas las demás. En esta casa no hay ruido, en esta casa no hay sonido. ¿Adivinaron de quién es la casa? Pues sí: ¡es la casa de H!

H es una letra diferente: no le gusta salir mucho, y cuando hay fiesta en la ciudad, nunca participa del algarabío de las demás letras.

-¿Para qué ir?- se pregunta con tristeza en esas ocasiones -Nadie me escucha, de todas maneras.

A veces visita a sus vecinos, y la C que es tan buena anfitriona, cambia de sonido cuando está ella, para hacerla sentir que tiene sonido propio. Pero H, aunque le proporciona cierto consuelo, sabe que no es lo mismo. De vez en cuando también va a las fiestas que dan sus vecinos Vocales, pero no son tan considerados con ella, y siempre se siente perdida entre ellos.

Una tarde lloraba H en su dormitorio, en silencio como siempre, mientras se angustiaba y pensaba:

-¡Qué tristeza! ¡Qué miserable soy! Sin sonido, nadie me escucha... Cuando los hombres escriben, muchos me maldicen, me consideran inútil. ¡Tantas veces se han olvidado de mí! ¡Tantas veces me han ignorado! ¡Y a veces, me juntan con letras a las que no pertenezco, y debo aguantar los reproches y recriminaciones de mis colegas por estar mal ubicada! Si tan sólo pudiera ser como mi prima inglesa, que aprendió de la J un suave sonido similar al de ella...- lloraba y lloraba, abrazada a una almohada.

En eso estaba, nuestra pobre amiga H, cuando sintió unos golpes furtivos en la puerta. Caminó hacia la puerta, temerosa de que las demás letras hubieran decidido exiliarla por inservible, y estuvieran esperando afuera para decirle que no la querían más ahí.

Antes de abrir, miró por la ventanilla de su puerta, pero no pudo reconocer a su visitante. Se parecía vagamente a uno de sus vecinos, el que se llamaba O, pero era considerablemente más delgado. Llevaba un sombrero de ala, y miraba con nerviosismo a su alrededor. H intrigada abrió su puerta con cautela.

-¡Ya era hora! Pensé que tendría que informar que mi misión había fracasado... ¿Puedo entrar, supongo?- parloteaba el desconocido personaje, mientras apartaba a H, para entrar y acomodarse en el sillón. -Tú debes ser H, igualita a la de la foto. No hablas mucho, por lo que veo, ja ja ja, ¿Entiendes? "No hablas mucho", ja ja ja.

H mientras tanto lo miraba con cara de duda, sin saber si reir con el invitado por cortesía, o echarlo a patadas de su casa. Pero como todavía no se enteraba ni quién era, ni porqué había venido a verla, ni cómo sabía de su existencia, y H, como toda mujer era curiosa, decidió esperar a que se explicara.

-Bueno, bueno, no estamos de humor para bromas, parece... Vamos a nuestro asunto, entonces. Me llamo 0, Agente Cero para ti. Pertenezco a la Ciudad de los Números, a un día de distancia de aquí. He viajado mucho para encontrarte. - Empezó a explicar el Agente Cero, mientras H seguía sin entender nada.

-Trabajo para la JSL, también conocida como la Junta de Seguridad de Letras. Quizás has escuchado de nosotros. - continuó serio el Agente - Nuestro trabajo es garantizar la seguridad del País de las Letras. Y te necesitamos. El país te necesita...

Si hubiera podido hablar, H hubiera quedado muda de la impresión. El Agente Cero había hecho una pausa dramática, pero como su interlocutor no podía emitir sonido, después de unos segundos se rindió, y prosiguió:

-Yo era como tú. En mi ciudad, todo era en base a cantidades. Siempre se burlaban de mí, recordándome que no valía nada por mí solo. Pero entonces me encontró la JSL y mi vida cambió. Todas las razones por las que había sido objeto de burla durante años, resultaban ser precisamente las razones por las que le resultaba interesante a la JSL. Mi capacidad de pasar inadvertido, de no ser notado, de que no me den importancia, me han transformado en el mejor Agente Secreto de la JSL.

-Mi único problema, es que estoy restringido a las áreas matemáticas. Se me dan muy pocas oportunidades de indagar entre cuentos y libros. Es por eso que te necesitamos. Porque tú puedes estar ahí, sin ser notada, sin ser escuchada. Necesitamos asegurarnos de que los hombres no nos olviden, de que nos están dando un buen uso, ¡y tú eres la letra indicada para esta misión!

H no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Ella, una espía? ¿Encargada de garantizar un futuro a las Letras de todo el país? Cierto que ella podía pasar por las palabras de los hombres sin ser escuchada. Podía infiltrarse en la mente de los escritores, para conocer sus pensamientos y llamar a las musas adecuadas. Y mientras más lo pensaba, más se convencía de que era posible, que ella, la silenciosa H, fuera una letra importante, como todas las demás letras de su ciudad, o quizás aún más.

H aceptó, y se transformó en la Agente Secreta 00H. Ya sin cuestionarse su falta de sonido, aprendió a usarla a su favor, para esconderse en cada "Hola" con que nos saludamos los seres humanos, con el objeto de conocer nuestras conversaciones e indagar en nuestros pensamientos, recordándonos que las letras existen, inspirándonos a conocerlas y respetarlas. Aprendió que podía hacer una diferencia entre sonidos, sólo con estar en una palabra, y que entre "Hay" y "Ay", existe una gran diferencia. Y ahora, a H ya no le importa no tener un sonido, ya no envidia a su prima inglesa, pues ahora sabe, que con sonido o sin él, no se podrían escribir tantos cuentos como hay repartidos en toda la Iberoamérica de los hombres.

Ahora sabes por qué la letra H es tan importante, como cuida y vela por todas las demás letras. Esta historia es de verdad, me la contó ella misma, para que la ayudara a recordar a todos los niños que deben escribirla donde corresponde, que no se olviden de ella, ni la cambien de lugar. ¿Ayudas a mi amiga H a cumplir su misión?

FIN